Introducción de la primera parte: Sonrisas sinceras.

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"Puedo oír su voz por alguna parte, ¿Tú puedes?"

...

"Hijo, no creo que a mi edad pueda oír demasiado".

...

"Papá, a veces, cuando estoy durmiendo, me empiezan a doler demasiado los tímpanos. Siento como si me estuviesen clavando agujas diminutas en mis oídos."

...

"Lo entiendo. Tengo un viejo amigo que también le pasa lo mismo que a ti. Mi madre me dijo que cuando tenía tu edad, también me pasó lo de lo oídos. Ella me dijo que solo era como una fase de la infancia que suele ser común en la mayoría de los niños. Seguramente te pase eso debido a que tú no lo tuviste antes."

Un cuervo se posaba sobre su mano. El viento del mar salpicándole la cara era agradable para él. Cada atardecer, se sentaban en el mismo banco de madera de abedul frente a una playa vacia. El sol se ponía de la misma manera, pero siempre parecía que cada vez era diferente y aún más bello verlo. Allí, se contaban el uno al otro todos los problemas, dudas, temores y miedos que habían sufrido ese mismo día.

El sol ya se habia escondido. Dentro del palacio dorado, un gran piano de cola tocó unos hermosos acordes que pertenecían a partituras de grandes compositores conocidos en el mundo de la música. Los tronos siempre permanecían sin su rey la mayoría del tiempo. Este, estaba pendiente de sus dos hijos y, a la vez, de su deber como rey.

Cada día era lo mismo. Por la mañana, desayunaba en su inmensa mesa del comedor. Sus hijos le acompañaban, pero no tenían mucho vínculo social con su padre. Su madre, la reina, había fallecido recientemente debido a una enfermedad que influía en su estado de humor. De vez en cuando, olvidaba quién era su marido o sus hijos y alguna vez, intentó herir a una limpiadora.

Su reino estaba deprimido por la pérdida de la reina. Se declaró un mes de luto oficial. La familia real necesitaba algo que les separase de esa tristeza inmensa.

El padre se sentaba cada noche en su cama para leer sus libros de historias fantásticas. Algunos días, su hijo pequeño le interrumpía porque decía que veía monstruos debajo de su cama. Pero esta noche no atendería las necesidades de su hijo. 

Sentado en su lado de su cama de matrimonio, con un papel y bolígrafo en la mano, comenzó a escribir con una letra que había sido practicada durante cinco años en una academia.

"Amigo mío, no creo que pueda resistir demasiado sin tu compañía. Añoro los días que íbamos a cazar zorros al bosque. Siempre acabábamos con cuatro o cinco en cada mano. Ahora tengo más cargos de los que ocuparme y debido a mi edad, mi memoria no da para mucho hoy en día. Ahora soy responsable de dos hermosos hijos. Mi esposa ha fallecido recientemente y lo único que me invade ahora es la tristeza y la ansiedad. Todo un reino está a mis pies, pero no tengo la espada para nombrarlos caballeros. Mis hijos no pueden ocuparse de esto debido a su edad temprana. Me gustaría volver a encontrarme algún día contigo, si es que llegas a leer esta carta. Desearía volver a ver tu melena rosa y tu gran destreza con la espada. Si no tienes oídos sordos, y no tienes adonde ir, yo te recibiré con mis manos en alto y bien abiertas. Tu fiel compañero."

Terminó de escribir y colocó el papel sobre su mesilla de noche suavemente. Luego, se quitó sus monturas plateadas y las posó encima de la carta.

A la mañana siguiente, volvió a desayunar de la misma manera que los días anteriores. Cogió el papel y lo metió en un elegante sobre con el sello real. Salió de la finca del palacio en un hermoso carruaje. Salió a las afueras del reino. Se paró frente al muro que separaba su territorio con el exterior. Allí, un joven con camisa y gorro le esperaba con un caballo a su lado.


"Por favor, lleve esto al destino escrito en el sobre. Dile que la carta viene en nombre del rey."

El joven cogió la carta de la mano del rey. La miró extrañado y respondió con tono extranjero.

"Será un placer ofrecer mis servicios, alteza."

El joven de gorro se despidió y se montó en su caballo. Emprendió el galope y salió de la muralla del reino.

El rey se quedó mirándole en la distancia hasta que desapareció entre los árboles del bosque. Luego, se subió al carruaje y volvió al castillo.

En el camino de vuelta, resopló con cansancio repetidas veces.

"Mírate, ¿Aquí es hasta donde ha llegado? Podrías hacerlo mejor y sin ayuda, eres un magnífico rey, tus hijos están orgullosos de ti, ahora estás viudo y recurres a un amigo... En que me he convertido..."

Cuando estaba acabando su discusión íntima, rompió a llorar. 

𝐃𝐢𝐞 𝐎𝐧 𝐖𝐚𝐫 ||| 𝐃𝐫𝐞𝐚𝐦 𝐒𝐦𝐩 𝐅𝐚𝐧𝐟𝐢𝐜𝐭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora