Nacido durante una tragedia, Kim Taehyung quedó a Merced de su padre y madrastra, sin embargo su impulsividad y cero empatía lo llevo a intentar asesinar a su padre y asesinar a su madrastra con tan solo once años, lo cual provocó que fuera enviado...
—¡No lo hagas!—Gritó el mayor con una voz desgarradora, vio a su hijo con su navaja de bolsillo en la garganta de su esposa, sus ojos tenían un brillo que su padre solo había visto en sus matones. —Taehyung... No hagas una estupidez, no ahora.
—Padre... Ves que terrible es perder a alguien. Para mí es tan gratificante.
Kim se quedó inmóvil cuando vio a su hijo degollar a su esposa, quien no pudo hacer ningún movimiento para defenderse, pues el niño la tenía atrapada en sus piernas. Taehyung la soltó y saltó de la cama con sus pies descalzos y sus manos cubiertas de sangre, vio a su padre a los ojos y sonrió de forma sádica, cubrió la parte derecha de su rostro con sangre y lamió sus labios.
—Fue sin querer, creo que es un homicidio involuntario. I'm sorry Bae.
Kim Taecyeon se quedó frío al escuchar a su pequeño hijo decir aquellas palabras, le temía y no sabía cómo hacer para evitar terminar del mismo modo que su madrastra. Taehyung era hijo de su primer esposa, a quien había asesinado justo el día del nacimiento de Taehyung. Ah-Ra era una mujer con serios problemas de narcisismo, era hija de uno de los políticos más corruptos de Seúl y al casarse con el futuro jefe de la mafia, su personalidad retorcida aumentó. La asesinó porque ella lo asesinaría primero si se lo permitía, pero su hijo no podía morir, era su sangre.
Ese día decidió que su hijo no podría vivir con él, era necesario que se alejara antes de que acabará con su vida, pues era preferible asesinarlo antes de que se convirtiera en un monstruo.
Quince años después
Bailaba al borde de uno de los edificios más grande de Seúl, saltaba sin temor a caer cuesta abajo, sus tenis sucios de sangre y polvo le daban seguridad, decía el joven. Tarareaba una canción que había escuchado por allí, no sabía la letra ni el autor, pero era pegajosa. Se dejó caer para sentarse en el borde viendo sus pies colgar, esa acción, en ese lugar, le permitía dejar su mente en blanco y relajarse de toda la adrenalina.
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Le fascinaba sentir la sensación de poder caer y no tener forma de salvarse, pero un ser supremo lo había dotado de un equilibrio sensacional y una agilidad envidiable. Veía el mundo bajo sus pies, lo estaba en realidad todos conocían al terrible asesino psicópata, pero tenía algunos rasgos sociópatas cuando su ser impulsivo actuaba sin tener en cuenta a las personas.
Su amigo y alma gemela, con trastorno histriónico de la personalidad, bailaba por todo el techo modelando las joyas que habían tomado como pago de aquel mafioso. La risa de Taehyung se escuchó por todo el lugar, pues siempre que asesinaba lo disfrutaba, era frío y calculador.
—Alguien que no me importa dijo que "Asesinar a una persona hace de uno un canalla, asesinar a millones un héroe. Las cantidades santifican." ¿Qué te parece, Pollito? Somos Santos.
— Lo somos y es gratificante, santos y millonarios...—Dijo el rubio sonriendo mientras Taehyung observaba la luces de la ciudad. —Taehyung ¿Sabes quién ha regresado?
