Mírame a mí

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✦• ───── •✧ Albedo ✦• ───── •✧
Escribía con pluma en tinta mis pesares bajo una hoja ligeramente desgastada en las orillas. Aprovechando el espacio en su existir, mi mano bailó sobre ella en rapidez. Sin ser suficiente, tomé otra y continué agobiándola de letras conjuntas que expresaban mis conocimientos. La décima primera carta, fue la única que gozó parte de su libertad ante la ausencia de la tinta en su mitad. Acomodé mi cuerpo en el respaldo de la silla escuchando su chirrido habitual, a su vez que analizaba frente a mí, aquella planta de hojas secas. Estaba muriendo. Posé una mano en mi frente deseando ahuyentar el malestar que sentía debido a la falta de sueño, pero parecía imposible. Inquieto, me levanté y la silla se despidió de mí con otro crepitar. Necesitaba despejarme.

Mis botas se hundieron en la nieve cuando me alejé del campamento. Divisé el bosque de pino adornar la montaña, así como el cuerpo de agua abundante que vivía en sosiego, rodeado de piedra caliza. El paisaje intrigó mi pensar.

¿Cómo se mirará la montaña desde ese lugar?

Levanté mi mentón al cielo estrellado. Los copos de nieve caían sobre mi rostro iluminado por la luz de luna llena, acariciando la calidez de mi piel y a penas derritiéndose en el acto. Cerré mis ojos, recordando las palabras que me había dicho ayer.
Sacudí mi cabeza y giré sobre mis talones. Me acerqué a mi caballete con su respectivo lienzo. Abrí mi mano derecha hacia ellos canalizando mi visión, consiguiendo que se desvanecieran en brillos dorados que fueron esparcidos por los vientos gélidos del lugar. Caminé por un sendero rocoso, deseando encontrar aquél lugar que capturó mi interés. Mientras escuchaba el silencio en la montaña, un zorro de nieve salió de un arbusto de hojas blancas, acercándose a mí. Detuve mi andar para observar al visitante. Olfateó mis botas a su vez que movía sus grandes orejas contrastadas por un azul marino, así como el de sus patas y cola. Al terminar su tarea, tomó asiento en el suelo nevado y me miró.

-Mhmm- con una mano en el mentón, me puse a pensar. Ellos suelen huir cuando escuchan ruido o sienten una presencia ajena a la de su especie.

Me agaché e intenté acariciar su cabeza. Cuando acerqué mi mano, el animal olió la yema de mis dedos cubiertos por el guante, y posterior a eso, bajó sus orejas, dándome permiso. Sentir su cándido pelaje me hizo esbozar una pequeña sonrisa, un poco escondida. Reanudé mi caminata cuando el zorro se puso de pie y se alejó, pero para mi sorpresa, me siguió. El sonido de sus diminutos pasos en la tierra blanca me hacían percatarme de su acompañamiento.

El bosque y las nubes parecían dispersarse a medida que me acercaba al gran lago. La canción del agua tocaba sus notas al chocar con la piedra en sus orillas. El ambiente se sentía húmedo y cálido, pues el sol empezaba a mostrarse. Justo antes de bajar unas escaleras ocultas por un poco de nieve, el zorro pasó entre mis pies, captando mi atención. Me agaché y bajó sus orejas nuevamente, pidiéndome que hiciera lo de antes. Le acaricié la mejilla a mi amigo, para después, verlo partir con pequeños saltos.

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Suspiré solitario mientras bajaba las escaleras con lentitud, hasta que divisé el lago ligeramente cristalino. Caminando a la orilla del cuerpo de agua, apunté mi mano hacia enfrente, regresando mi caballete y lienzo al mundo físico mientras sostenía en mi otra mano, el lápiz de carboncillo para plasmar aquellas vistas.

La serenidad del entorno calmaba mi interior. Mi conciencia. Aunque este escenario hubiera sido aún más gratificante con su compañía.

Estaría sentada a mi lado en la orilla de la roca dejando colgar sus pies. Disfrutaría de la calidez de su asiento debido a la constante presencia del sol sobre la piedra caliza. Cerraría sus ojos, deleitándose de la caricia del viento sobre su rostro, haciendo bailar los mechones de su cabello que eran adornados por algunos copos de nieve de los cuales nunca se percataba, y yo, que jamás le hacía saber por el encanto que me hipnotizaba cada vez que la veía.

Secretos De AnemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora