Secretos De Anemo

Epílogo

✦• ─── •✧ Narrador ✦• ─── •✧
Hacía una mañana hermosa en la región de la Libertad. El canto de las aves contrastaba el bullicio en la ciudad de Monsdtadt. Los molinos giraban al ritmo del viento y los niños jugaban con margaritas voladoras.

T/N había salido a tomar un café con su mejor amiga, Lisa. Tenía que visitarla si estaba a punto de regresar a Liyue.

Ambas se pusieron al día... aunque la de cabellos blancos estaba ocultándole aquello que Venti, el Arconte Anemo, le había revelado acerca de su identidad.

Lo único que pudo confesarle fue su capacidad para controlar libremente su visión y la relación que ahora había entablando con Kazuha, el samurai errante de Inazuma.

Tras una charla nostálgica, llegaba el momento de decir adiós una vez más. Sin embargo, esta vez no hubo tristeza ni dolor en sus rostros; se veían felices de saber de la otra y emocionadas de reencontrarse en el futuro.

Por otro lado, Albedo, también tuvo una plática con T/N. La joven rechazó los sentimientos del alquimista, quien entendió las razones de su amada.

Ahora, eran buenos amigos...

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En estos momentos, Kazuha y T/N estaban arribando a Liyue. Las estrellas cernían sobre ellos con su brillo destellante mientras que el viento les envolvía con una frescura electrizante.

Subieron una gran colina que estaba repleta de árboles y arbustos. Las luciérnagas brillaban con intensidad, contrastando la luminosidad del puerto mercader en la ciudad.

Tomados de la mano, divisaron el paisaje frente a ellos, pero inevitablemente, Kazuha no paraba de desviar la mirada hacia la hermosa joven a su lado.

Deslizó las yemas de sus dedos por los delgados brazos de la chica hasta llegar a sus mejilla. Apartó delicadamente su cabello y sostuvo tiernamente su mejilla, plantando suavemente un beso en ella. Acarició su cabello albino y después murmuró sin apartar su mirar de las perlas que tanto ensimismaban al muchacho.

"La hoja de arce que en viento soplaba, era la pureza de un amor que me sanaba. Caíste en las olas de mi corazón doliente, borrando el sufrimiento de mi alma suavemente. Eso para mí es suficiente y verdadero para amarte sincero por toda la eternidad"

Recitó en su oído, deseando que recordara esas palabras para siempre. La joven guardó silencio, con cierto remordimiento oculto.

—¿Aunque te esconda mis secretos...? —preguntó con pena.

—"Los secretos siempre se los llevará el viento. Por eso son de Anemo" —sonrió dulcemente, entendiendo que habían cosas sobre ella que él nunca sabría.

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