Conectados. (On Hold)

Capítulo 3

Hoy la veré...

Fue el primer pensamiento que llegó a la cabeza de Arion. Él era un chico de ondulado cabello marrón oscuro, como un tronco de árbol. Sus ojos eran de ese verde que se puede ver en el mar. Tenía pocas pecas en sus mejillas, era alto y flaco, de tez blanca. Era tan guapo como un actor de televisión. Todavía sufría por su amada, Olympia, pero lo disimulaba muy bien. Se hacía el indiferente, reía y se pasaba con chicas. Siempre que le hablaban de ella, decía que ya no habían hablado o que ya eso pasó. Pero en el fondo, la extrañaba y no podía dejar de pensar en ella. Eso lo enfurecía. Tenía un gato negro, al cual llamó Hades. Bueno, Olympia lo llamó así. Arion lo saludó con una caricia y suspiró.

-Hoy es el día amiguito.

Miau. - Arion rió a la respuesta de su mascota. Le dio una caricia más y se metió a dar una ducha.

Se vistió con una sudadera crema y unos mahones azul oscuro. Se miró en el espejo con desgano, dejando su cabello tal y como cuando se levantó. Bajó a desayunar, se despidió de su madre y se dirigió caminando a la escuela.

¿Cómo se verá? ¡Ya! Es suficiente, para de pensar.

Así fue durante todo el trayecto al plantel escolar. Al llegar, entró con paso lento al edificio. La gente estaba alborotada, saludándose como si jamás hablasen. Arion puso los ojos en blanco, sacó su ipod y adelantó la canción. Empezó a sonar Man on a Wire de The Script. Cerró los ojos. Esa canción contaba exactamente por lo que estaba pasando.

Llegando a su casillero, coloca su mochila y abrigo. Al asomarse, observa hacia la entrada del plantel y la ve. El ipod casi se le cae de las manos. Frunció sus labios y sus ojos se llenaron de leves lágrimas de dolor. Se mantuvo quieto, observándola a lo lejos. Estaba con las narices metidas en un libro, evadiendo con facilidad a las personas para no chocar. Arion sonrió de la nada.

Que hermosa se ve, así con su pelo recogido en un coleta, como siempre.

Riendo, desvió la mirada para no encontrarse con la de ella. Al terminar de guardar sus cosas, cerró la puerta del casillero y al darse la vuelta

¡Plop, zas!

Se dio un encontronazo. El libro de la chica se cayó al suelo y ella se agachó a recogerlo. Arion se mantuvo en estado de sorpresa por una fracción de segundo. Su corazón palpitaba a millón.

- Lo siento. - dijo una voz dulce. Al incorporarse, la chica abrió los ojos como platos.

- No te preocupes. - sonrió tímidamente Arion, a aquella chica que le robó una vez más el corazón.