Falling for U #1: Días de Enero [NanaGo] [Jujutsu Kaisen]

VEINTISÉIS

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Cuando toda la cocina comenzó a oler a chocolate y vainilla, Kento se acercó al horno para echarle un ojo al bizcocho y asegurarse de que todo iba bien. Escuchó a sus compañeras reírse entre dientes y volteó sobre su hombro sólo para comprobar que lo miraban, suspiró restándole importancia, las chicas siempre estaban hablando de él y ya se había acostumbrado a no prestarles demasiada atención.

Sin embargo, él que sí llamó su atención fue Satoru, que estaba sentado en un banco cerca de la puerta, ajeno al resto del club. Era cierto que no lo dejaban meter las manas cuando estaban cocinando, pero eso nunca impidió que se involucrara en las conversaciones y los chismes escolares. Kento se había dado cuenta de que algo iba mal con él durante el almuerzo, luego de que recibiera un mensaje de texto.

—¿Qué te tiene tan molesto? —le preguntó dejándose caer en el banco a su lado.

—Mi mamá —dijo Satoru jugueteando con su móvil—. Regreso a Tokio, está furiosa porque me enviaron aquí y quiere verme este fin de semana.

—¿No dijiste que tus padres te enviaron aquí?

Su comentario pareció tomar por sorpresa a Satoru, pues dejó caer su teléfono.

—Hablaba de mi padre y su nueva esposa —dijo mientras Kento se agachaba a recoger su móvil y se lo devolvía—. Es su tercer matrimonio desde mi madre y el que más ha durado, para el caso. Quizá porque apoya cada decisión que toma.

—¿Y te llevas mal con tu mamá? ¿Por eso no quieres verla?

—No es eso —Satoru se acomodó las gafas sobre el puente de su nariz, aunque en realidad no necesitaba hacerlo—. Es, ella confía tanto en mí, me da vergüenza tener que verla.

—Satoru... —Kento en realidad no estaba seguro de lo que iba a decir, pero para su buena o mala suerte, el temporizador del horno sonó.

—Debes sacar el bizcocho.

🥐🥐🥐

Satoru no habló durante el viaje de regreso, por si fuera poco, tampoco durmió, sino que pasó todo el trayecto mirando por la ventana. Kento debía admitir que no estaba acostumbrado a verlo de esa manera y, aunque su temperamento por lo general lo sacaba de quicio, prefería sus bromas y su constante falta al espacio personal que su silencio.

—Satoru, puedo acompañarte a ver a tu madre, si eso ayuda en algo.

—No lo sé, en realidad.

—Piénsalo, yo no cambiaré de opinión —sonrió, intentando ser amable. Satoru asintió con la cabeza.

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