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Los tres estaba en la habitación del castaño, Biyin miraba atentamente las acciones del más bajó, que cambiaba las gasas con sangre por una nuevas.
— Eso debería bastar —. Murmuró centrado en su trabajo, se apartó lentamente y miro a Dequiv —. ¿Cómo te sientes? ¿Ya no te duele?
El peli-naranja negó con la cabeza, a lo que Auron suspiró aliviado.
— Gracias por tus cuidados Auron —. Agradeció mostrándole una sonrisa, el castaño imitó su acción.
Biyin alzo las cejas viendo esa escena desde lejos, parecía que sobraba en esa habitación, pero no se iba a ir, como era mujer le gustaba el chisme completo.
— No se vayan a besar enfrente mía eh —. Interrumpió.
— ¿Pero que dices?
Auron se levantó y sacudió un poco su ropa.
— Yo puedo ayudar a Dequiv a sanar más rápido —. Chasqueo los dedos ante esa idea, miro a los dos con una sonrisa.
— Me da miedo —. Musito el mayor encogiéndose en hombros.
— ¡No! —
— Pero, ¿Por qué no? — Miro reproché al de sudadera morada con estampado de flores.
— Hombre, ¿Que puedo esperar de una mujer que hace rituales con muertos?
— Eso es verdad —. Apoyo Dequiv.
— Oye, no insultes a los padres fundadores —. Frunció el entrecejo, se cruzo de brazos —. No sé porque tienen esa imagen de mi, pero aún así no me importa, ahorita vuelvo con unas cositas.
Aviso sin darles tiempo para responder, ambos hombres solo observaron como la rubia se iba por las escaleras, unos segundos después escucharon la puerta cerrarse.
Se miraron entre sí en silencio.
— ¿Y si tapamos la entrada? — sugirió el oji-carmin con una gota de sudor bajando por su frente.
— Si, si, es lo mejor, no sabemos que pueda traer está mujer —. Ambos se levantaron rápidamente yendo hacia la entrada.
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