Capítulo 1
—Es ficción, pero de seguro te encantará —me dice la compradora, insistiendo en señalar la caja de zapatos que trae consigo—. Es un romance histórico, nada como lo que suelen traerte. Lo conservamos en mi familia desde hace varias temporadas, pero no lo leemos. Tú sabes que ya no podemos darnos el lujo de leer.
No era algo que me interesara. Había reconocido el título al leerlo y podía estar segura que al día de hoy no me serviría, no había información importante que pudiera aportarme.
Suspiro y la señora entiende que no estoy muy convencida, así que su sonrisa tiembla.
—Por favor... No tengo fichas para acudir al núcleo. Mi... mi familia tiene hambre —ruega—. Por favor, Finne.
Podía entender los ojos llorosos de la gente suplicando comida para sobrevivir un día más. Y siempre me hacía preguntarme: ¿y al día siguiente? ¿A quién le rogarían para sobrevivir otro día? Esa era las cosas más difíciles que tenía que decidir: cuando decir que no. Porque un no en Estación científica significaba fácilmente la muerte de una familia.
Me doy la vuelta para que sus ojos no me influencien, fingiendo revisar lo que tengo en una de mis cajas con papas.
Debía estar desesperada si me ofrecía un libro de romance. Soy la única en la feria local que hace intercambios por libros, el resto hace lo propio: intercambiar fichas, o el trueque usual según lo que los comerciantes necesiten.
Me doy vuelta hacia la compradora alzando la mano para pedir la caja, ignorando sus innecesarios agradecimientos. Dejo el libro rápidamente en mi carrito, donde recibo distintos maullidos de saludo, y me pongo a guardar dentro de la caja diferentes verduras que creo podrían ayudarle por un tiempo hasta que pueda reunir fichas otra vez.
Estoy concentrada en recoger mis verduras cuando escucho a mis vecinas conversar mientras caminan entre los locales.
—No creo que con esa cantidad de sangre haya conseguido sobrevivir. Supéralo ya —le gruñía una a la otra.
—Pero es que ya es el cuarto esta semana. ¿Qué es lo que está pasando con la gente?
Les frunzo el ceño al verlas pasar y las señalo con mi mentón mientras veo a mi compradora. Ella comprende lo que yo quiero darle a entender. Baja la mirada y retuerce sus manos.
—No sabemos quién fue. Ni siquiera dejaron un cadáver, solo un rastro de sangre bastante grande —dice, y traga saliva—. Nadie hubiese sobrevivido a eso.
Ladeo la cabeza, también lo comprende. La mayoría sabía deducir lo que esperaba que dijeran.
—Sabes bien que sin un conteo de los que quedamos aquí nunca sabremos quiénes faltan. Solo es uno menos.
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Oxígeno [En progreso]
Ficção CientíficaNos habían clasificado según nuestra valía, pero hoy ya éramos dispensables. La antigua gloria de las estaciones no es más que polvo y cenizas en la tierra. Somos recuerdos de los países pasados que hoy tienen los días contados. Pero ellos cambiaron...