Who are you in the dark? (Pausada)

11. I just want to be your baby

Eran pasadas de las diez y Harry aún daba vueltas en la fría y cómoda cama en la que se suponía que iba a descansar por esos dos días. No lo negaba, era tan cómoda que bien podía pensar que estaba en las nubes, y tan caliente que si no fuera tan tímido, dormiría desnudo. Sin embargo, había algo que faltaba en ella, y era el calor corporal de alguien.

No quería admitir que se sentía algo solitario, inclusive la cama estaba algo fría. Era eso, o en realidad estaba lo suficientemente caliente pero seguía sintiéndose incómodo sin la presencia de Draco. Estar en una casa que no era suya y en una habitación enorme no era algo que lo hiciera sentirse cien por ciento cómodo.

—¿Y si me escapo? —piensa divertido. Mala idea no era, de no ser porque no sabía dónde rayos estaba y fácilmente podía perderse.

Las últimas horas de las tarde las pasó junto a Draco y los empleados de la cocina. Había sido divertido intentar cocinar galletas con varias personas en la cocina.

Draco por primera vez convivió con sus empleados, y se sorprendió cuando se dio cuenta lo bien que estos se llevaban con Harry. Ellos le ayudaron en la cocina mientras hablaban de cosas triviales y reían con los chistes que entre ellos contaban. Algunos se sintieron incómodos e intimidados por la presencia de su jefe en la cocina al principio, mientras este no hacía nada más que solo observar lo que hacía Harry, pero luego de sumarse a la conversación y reír por las ocurrencias de algunos empleados, se ganó la confianza de la mayoría.

Harry se veía tan puro y amable conviviendo con los empleados que inclusive estos se atrevieron a jugarle traviesas bromas o contarle chistes. Y este por supuesto se sumó con ellos. Draco no lo podía creer, esa vibra positiva que Harry llevaba a todo lado era lo que hacía a la gente sentirse atraída.

—Rayos, no puedo dormir —Harry dio vueltas en la enorme cama, pensando que quizá se debía a todas las horas que pasó durmiendo. Ahora mismo él estaba en la habitación de invitados. Al final del pasillo donde se encontraba la de Draco.

Por suerte pudo llamar a su vecina para que se hiciera cargo de Poppy mientras él estaba afuera por unos días. Su vecina amablemente aceptó. Agradecía que su abuela tuviera aún la llave de emergencia que Harry le había dado por si algún día la necesitaba, así podía ingresar a su casa sin ningún problema y cuidar de la gatita.

—Hum... Tengo hambre —da un puchero sentándose en la cama. Alcanza su teléfono para mirar la hora. Diez con treinta y seis minutos. La verdad era algo temprano para dormir.

Cuidadosamente se levantó de la cama y buscó sus lentes y el abrigo que Draco le prestó antes de que se fuera a dormir. Era enorme, casi como una bata que cubría todo su cuerpo. Si no fuera tan alto una gran parte de suéter tocaría el piso.

Una vez que cerró la puerta de la habitación detrás de él, lentamente caminó por el pasillo en medio de la oscuridad de la casa y solo con el reflejo de la luna. Bajó los escalones que daban al primer piso, topándose curiosamente con la luz de la cocina encendida.

Mayor fue la sorpresa al encontrarse a Draco en la cocina hurtando galletas del tazón, mientras revisaba algunos reportes que le habían llegado de último momento.

—¿Draco? —pregunta, tallándose los ojos para asegurarse de que lo estaba viendo ahí y no era una ilusión.

—¿Harry? —levanta el rostro. Y al verlo, Harry siente una gran ternura inundar su corazón y unas inmensas ganas de reír. La comisura de su boca estaba llena de migajas de galletas y manchada de chocolate. Pero Draco no se había percatado de eso todavía—. ¿Qué haces aquí? ¿No puedes dormir? —preguntó confuso.

—La verdadera pregunta es qué haces tú aquí. ¿Estás hurtando mis galletas, o eres un adicto al trabajo que necesita estar comiendo algo para distraerse? —pregunta riendo, mientras nueve uno de los bancos del comedor para sentarse frente suyo—. ¿Acaso no puedes dejar eso para mañana? Son las diez y cuarenta de la noche, deberías estar descansando y reponiendo energías —comentó.