—¿Que ocurrirá con la hija de los líderes? —cuestionó Torvi, a una distancia de dos metros entre ellos, como medida de precaución debido a la cara de molestia que tenía.
—Será prisionera. Hasta el día siguiente. —Ella comentó sin mirarlo. Sus ojos vagaron por el mapa extendido sobre la mesa. Había marcado los movimientos que harían para evitar ciertos ataques de... criaturas.
Torvi quiso preguntar por qué, pero sabía que no debía interferir en las decisiones de la joven. Si Lauren Jauregui debía prevalecer eternamente en esa celda, gustosamente estaría de acuerdo.
—Si me permite, iré a dar la orden a los guardias. —comunicó, dando por finalizada la conversación. Caminó lentamente por la habitación hasta que estuvo de pie frente a la puerta y la abrió.
Pero antes de cruzar el umbral Camila declaró;
—No. Yo me encargo. —Ella levantó el rostro para mirarlo con ojos que amenazaban la seguridad de Torvi, quién la esquivó parcialmente ya que aún podía sentir por el rabillo del ojo cómo la mujer le enviaba una vibra de desaprobación. Tenía un gran resentimiento por el desastre que había provocado.
Asintió y finalmente cerró la puerta detrás de él, suspirando profundamente. Aguardó justo afuera del pasillo con los brazos cruzados sobre el pecho y los ojos cerrados hasta que el sonido de pasos dentro de la habitación le advirtió que la joven estaba a punto de pararse frente a él. Camila abrió la puerta y pasó por su lado, la imponente presencia moviéndose por el pasillo, Torvi siguiéndola justo detrás.
—No tienes que seguirme. —anunció ella en voz alta, sin detenerse, pero él lo hizo al instante, evitando que el rostro se transforme en ira pura en caso de que no hubiera seguido las órdenes.
—Estaré aquí. —informó permaneciendo inmóvil con la espalda contra la pared, apretó los labios y su mirada vagó en el cuerpo de la comandante que perdía de vista conforme se alejaba.
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—¡Alguien ayúdenos! —Jackson gritó, agarrándose a las barras de metal mientras trataba en vano de moverlas para hacer algún tipo de sonido —¡Necesitamos respuestas! —dijo desesperado desplomándose en el suelo, pero saltó cuando vio un insecto cerca de él.
—¡Hola! —Amak gritó, sosteniendo los barrotes mientras un guardia se acercaba. —¿Hay alguien con quien podamos hablar? —preguntó, manteniendo su preocupación oculta.
—Es un error que estemos aquí, debemos acompañar a la comandante en la misión. —informó Federica. Tabatha apoyó con un movimiento afirmativo de cabeza.
—¿Y dónde está Lauren? —preguntó, nuevamente, Amak, mientras intentaba sacar la cabeza por la abertura de los barrotes para poder ver a quienquiera que se acercara.
—Ella estaba con nosotros. —Jackson agregó mirando al sujeto que no tenía intención de responderles.
—¿Ella está bien? —preguntó Tabatha poniéndose de pie. Estaba sentada sobre sus pantorrillas. Se acercó al resto de sus compañeros, quienes examinaban al hombre esperando una respuesta, aunque fuera física, pero él permaneció rígido e indiferente.
—¿Le han hecho daño? —Amak cuestionó con los ojos entrecerrados, indagando.
—¿Cuando vamos a...? —Fue el turno de Federica de interrogar pero su voz fue interrumpida por una imponente y venerable.
—Liberenlos. —decretó Camila. Ella dió una mirada fugaz al interior de la celda.
Todos se miraron con escepticismo, incluso el guardia parpadeo impactado, la comandante estaba parada al otro lado. Ni siquiera se tomaron el tiempo de mirarla detenidamente, simplemente bajaron la cabeza susurrando un gracias y ella simplemente giró, dirigiendo su cuerpo hacia las escaleras, donde se encontraría con Lauren abajo.
—Que vayan a la habitación que preparó Torvi, lleven más camas.—ordenó, indicó las escaleras para que se desplacen por ellas y el guardia asintió inseguro antes de guiarlos.
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—¿No me dejarán ir mañana? ¿La princesa cambió de opinión? —Lauren preguntó divertida, sus ojos se agrandaron cuando vió a la mujer, luego miró hacia otro lado, disgustada con su presencia.
—No. —dijo Camila, mantuvo abierta la puerta de la celda para poder al menos notar la figura de la joven, pues su enfado pasado la había hecho dictar nuevas órdenes; dejó a Lauren en la oscuridad, su silla fue removida y sus muñecas ya no estaban encadenadas, estaba de pie, atada a la pared.
La luz del corredor entraba casi imperceptiblemente por la puerta entreabierta.
Camila miró a la mujer, que miraba los ladrillos de piedra a su izquierda, asegurandose de no ver en su dirección, como si fueran lo más interesante del planeta.
Lauren rechazó la idea de verla disfrutar de su penosa situación, la morena sabía que tenía control sobre ella, el método de tortura que encontró para vengarse de la soltura con la que la había desafiado había sido ese; no le darle la oportunidad de moverse y ver su entorno, pero Lauren, a diferencia de Camila, tenía el completo control de sus sentimientos y comportamientos, no volvería a actuar para influir en la pérdida de paciencia de la comandante, después de todo, ahora sabía que no vacilaba a la hora de dar órdenes para ejercer el dominio que su cargo le otorgaba.
O, tal vez, sí lo haría.
Camila rió muy suavemente y la prisionera lo escuchó, y con el ceño fruncido volteó la cabeza para entregarle una mirada fulminante. Por primera vez en mucho tiempo los ojos de Camila mostraban una pizca de diversión, pero en la oscuridad que se encontraba nadie podría notarlo, ni siquiera ella misma.
—Se irá mañana, sola. Tendrá que encontrarnos. —informó Camila después de aclararse la garganta, para enmascarar el surgimiento de diversión manifestado a través de una ligera risa.
—Perfecto. —respondió Lauren sin más. Apretó los puños y se mordió el interior de la mejilla, acallando las groserías que quería decirle.
—¿No tiene nada más para decir? —preguntó Camila. Se humedeció los labios y juntó las manos por delante de su cuerpo, esperando una disculpa de su parte. Realmente no le importaba si Lauren intentaba encontrar una excusa por su mal comportamiento.
Porque al fin y al cabo, para ella era una culminación, así demostraría finalmente el poder que ejercía sobre todos, sobre ella, la mujer que no esquivaba su mirada.
La mujer que la tuvo de rodillas, cuando debió de ser al revés.
Si decía unas palabras pidiéndole perdón, Camila la absolvería de todo lo sucedido y emprenderían el camino juntas.
Como si esa personalidad adquirida fuera suplantada por un carácter comprensivo y amable que solía ocultar.
Pero entonces, Lauren volvió a sorprenderla.
—Nos vemos mañana. —Fue lo que dijo, su mirada fija en las piezas rectangulares de guijarros usados para la construcción del muro.
Camila levantó las cejas, un gesto que Lauren no notó debido a su falta de interés en la figura de la comandante. En un segundo su rostro cambió, y sin expresión salió de allí dando un portazo que sacudió el lugar.
Mientras Lauren miraba enojada hacia la puerta. Pensó con culpabilidad en sus compañeros, pero sabía que no se sentirían defraudados por el incumplimiento de su promesa, pues su decisión los llevó a todos a ese lugar espeluznante, aún así entenderían su actitud desafiante hacia la mujer, Camila, aunque no tendrían la audacia de estar en su lugar.
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¿Juego favorito?
El mío es Minecraft, fabriqué una ciudad que lleva mi nombre, y tendría que tener el de mí hermana porque ella se encargó de las calles. Uno de los edificios es de apartamentos, la decoración interior es como la casa anterior de Calle y Porche, si, era su fan.
(soi)
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Amhernus
Hayran KurguCamila, encargada de comandar un planeta, elabora una misión para eliminar a Alessandro para devolver la paz, sin embargo, la aparición de una joven dificulta toda su planificación. Ella jamás pensó que los sentimientos serían su mayor problema. Un...