III

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Narrador Omnisciente;

El caos en el Gran Comedor comenzó cuando Parvati Patil entró corriendo, gritando como si hubiera visto un fantasma, mientras se agarraba el cabello ahora pegajoso y desordenado. Intenté contener mi risa, tomando un sorbo de té con aire inocente.

—¿Fuiste tú? —George susurró emocionado, con los ojos brillando.

—Sí, pero no digan nada, ¿de acuerdo? —respondí en voz baja, sonriendo traviesa. Los gemelos Weasley asintieron, mirándose con complicidad. Mientras tanto, Parvati estaba ocupada quejándose con la profesora McGonagall, claramente en pánico.

Percy, sin apartar los ojos de su periódico, intervino con su tono pomposo de siempre. —No te preocupes, Catherine. No te expulsarán por esto. Los de primer año suelen tener estos arranques... lo superará algún día.

—Eso espero —contesté, aún luchando por ocultar mi risa.

—¡Laurent! —La voz de McGonagall resonó por el Gran Comedor, haciendo que varias cabezas se giraran hacia mí. Genial, las consecuencias.

—Suerte —me susurró Hermione, preocupada.

Me levanté lentamente, notando las miradas curiosas de los estudiantes mientras caminaba hacia McGonagall, quien me pidió que la acompañara a su oficina. Esto no será divertido.

[...]

Una vez en su oficina, McGonagall colocó un frasco de pegamento sobre su escritorio y me miró severamente.

—Explícame qué es esto —dijo señalando el frasco.

—Pegamento, profesora —respondí con una sonrisa inocente, como si fuera lo más obvio del mundo.

Suspiró profundamente. —¿Cuál fue la razón para hacer esto? ¿Era alguna venganza o solo una broma de mal gusto?

La miré a los ojos, intentando mostrarme honesta, suspiré antes de hablar. —Parvati se robó mi collar de la suerte. Lo tenía guardado en una caja bajo mi cama, y cuando desperté, ya no estaba. Ella lo tenía.

McGonagall asintió con la cabeza, y sus ojos se suavizaron un poco. —Parvati será reprendida por haber tomado algo que no le pertenecía, eso es seguro. Pero, dime, ¿Todo eso por un collar?

—Era de mi hermano —respondí con un tono más bajo, sintiendo un nudo en la garganta.

—Evan, ¿No es así? —me miró por encima de sus anteojos circulares.

Asentí, sorprendida de que ella supiera sobre él. —Sí, ¿cómo lo sabe?

—Oh, Evan fue mi alumno. Era un poco rebelde así como tú, también era muy buen estudiante. Lamento mucho tu pérdida, cielo. —dijo con una voz más suave, llena de comprensión.

Sonreí agradecida, intentando mantener la postura.

Ella me sonrió amablemente.

—Entiendo por qué reaccionaste como lo hiciste, pero aun así, estás castigada. Este sábado, a las seis, quiero que hagas tus tareas aquí, en mi oficina. ¿Está claro?—

—Sí, profesora...—respondí, aliviada de que solo fuera un castigo.

Salí de la oficina y, al instante, Hermione se abalanzó sobre mí para abrazarme, como si fuéramos amigas de toda la vida.

—¡Al fin sales! Pensamos que te expulsarían o algo.

—Está todo bien, solo un castigo el sábado —suspiré, aunque en el fondo estaba bastante aliviada.

𝑢𝑛𝑓𝑜𝑟𝑔𝑒𝑡𝑡𝑎𝑏𝑙𝑒 - 𝑑.𝑚 EN EDICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora