PRÓLOGO

144 21 2
                                    

»PRÓLOGO: Bienvenida sea la Banshee

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

»PRÓLOGO: Bienvenida sea la Banshee. «

MALAHIDE NO ERA NADA COMPARADO CON CENTRAL CITY

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

MALAHIDE NO ERA NADA COMPARADO CON CENTRAL CITY.

Casi no recordaba la luz del Sol, el clima en Irlanda era noventa por ciento nublado y frío; al pisar el suelo Norteamericano por primera vez, sintió calidez. Su pálida piel agradeció la luz que se vertía sobre sí, y su cabello se veía lindo en una coleta alta, cosa que casi nunca hacía en Malahide. Centran City le había dado una bonita bienvenida.

A pesar de la calidez de la ciudad, había algo que no pudo dejar atrás: las voces, las sombras. Eran susurros, unos susurros que ella había aprendido a ignorar hace muchísimos años, pero por alguna tonta razón esperaba ya no tener que escucharlos una vez que estuviera lejos de Irlanda. Claro que se equivocó. Las sombras también estaban ahí, danzando entre la gente, algunas prestándole atención y otras simplemente pasando de ella. Se estremece. Una parte de ella creía que se libraría de aquel don al salir de su lugar natal, sin embargo, aparentemente aquello la perseguiría por siempre.

—¡Ciara!

Una enorme sonrisa incontenible se apodera de su rostro al escuchar aquella voz. Entre la gente, es capaz de verlo. Alto, bronceado, con una bonita barba bien recortada enmarcando su rostro sonriente. Un par de sombras se mantienen cerca de él, como al acecho, pero ella apenas y les presta atención. Sabe quiénes son y sabe que no significan peligro alguno. Suelta una risita y sale corriendo a su encuentro, lanzándose a sus brazos, sabiendo que él la atraparía con éxito.

Y así fue.

Envuelve las piernas en su torso y permite que el otro la abrace por la espalda baja, ambos aferrándose lo mejor posible al cuerpo ajeno. Lágrimas comienzan a mojar las mejillas de la castaña, y el de tez trigueña no se queda atrás. Lloran, lloran todo lo que no se habían permitido a lo largo del último mes desde la tragedia que había nublado sus vidas -más de lo que ya estaban- sucedió. Y se quedan ahí, a mitad del aereopuerto, hasta que sus almas hubieran derramado todo el agua acumulada en cada cuerpo.

—Te extrañé —susurra la castaña después de un rato.

James ríe, gangoso—. Igual yo.

BANSHEE » BARRY ALLEN/THE FLASHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora