ℭ𝔲𝔯𝔰𝔢𝔡 & 𝔗𝔦𝔢𝔡 (𝔗𝔬 𝔶𝔬𝔲) │𝔏𝔞𝔯𝔯𝔶

Parte I

PARTE I
"Estando incompleto y aún la espuma golpea al compás del bombeo de mi corazón"

Canción de la parte: Taylor Swift — Hoax

My only one
My smoking gun
My eclipsed Sun
This has broken me down
My twisted knife
My sleepless night
My winless fight
This has frozen my ground
Stood on the cliffside screaming: Give me a reason
(...)
My only one
My kingdom come undone
My broken drum
You have beaten my heart
Don't want no other shade of blue but you
No other sadness in the world would do

¡Qué incoherente es el destino! Sus caminos son bravas aventuras indecisas, incertidumbre en materialidad viva para quien se atreva a caminar por sus secos bosques de ramas filosas, sin hojas, sin naturaleza viva, como cuchillas oxidadas. O, quizás, indeciso será el que lo transita que no se atreve a ser valiente a cortarse en el camino, pero la valentía era un don tan exótico que se adquiría con el tiempo y la cultivación de una paciencia infinita que dejaba como siembra el sendero a pasar y la travesía es una aventura de fantasía. Pensaba ¿es acaso esta curva una sorpresa de buen o mal presagio?

El giro inesperado lo dejó pensando que era un colmo, que había tomado el sendero equivocado no siquiera antes de nacer, un incierto destinado. Hace una semana solamente, en tierra, trató de quitarse la vida por incierta vez sin resultado, como era de esperar, con la escabrosa certeza de que vivirá para siempre por más veces que mutile su cuerpo y corte su piel. Una maldición. Como una rosa negra que crecía entre las maderas podridas de un barco fantasma sin rumbo, a la que nunca le podían cortar las espinas porque volvían a crecer, y más agudas, que crecían más fuertes y más tenebrosas. No se sentía como un don, no era una bendición.

Un contexto. Louis miró hacia abajo, con su barbilla obstinadamente en alto, los ligeros rastros de sudor estaban brillando en su cuello culpa del sol del mediodía, o quizás entrada la tarde. Parado, desde hace minutos, aferrado a las barandillas de la parte más alta del barco, y a lo lejos el timón crujía bajo las manos del Capitán, indiferente a su hijo. Nada fuera de lo usual en su día cotidiano. Lo escuchaba gritar algo hacia su izquierda y una parte de hombres corrían en diferentes direcciones redireccionando las velas, luego reír a carcajadas y golpear la madera bajo sus manos con sus perros fieles. Louis no despegaba la mirada de la cubierta del barco, del palo mayor, donde atado con las manos en alto y su cuerpo desmayado en el suelo estaba ese alfa. Totalmente dormido, aunque haya pasado demasiado tiempo.

Su cabello se sacudió por la brisa salada que lo azotó. Los mechones de color caramelo flotaron sobre su cabeza y despejó su vista azulada, filosa y vacía, estuvo unos segundos sin su despeinado flequillo enredándose en sus tupidas pestañas hasta que volvió a caer en su lugar. Ladeó su cabeza y se mordió el labio, ansioso de adrenalina, ¿cuándo despertaría, por favor? Solo fue un golpe tonto, él había recibido muchos de esos. Apoyó sus brazos en el barandal y siguió mirando al alfa. Todavía estaba mojado de pies a cabeza por la cubeta de agua que Joey decidió tirar sobre él, hastiado de verlo ocupando espacio en la cubierta. Él había logrado que el Capitán le gritara y lo mandara a limpiar el charco antes de que la madera lo absorbiera y se pudriera. Aún más.

Su pie se levantó y acarició con su parte superior su tobillo desnudo. Un hábito inocente que cogió en su adolescencia —el descalzarse en cualquier ocasión—, sin temor a los vidrios rotos ni a los tornillos oxidados. Las batallas a pies descalzos lo extasiaban, lo hacían sentir que volaba a través de las balas y los roces de extremos afilados de espadas torpes. El pantalón deshilachado enrollado sobre sus delgados y finos tobillos amenazó con deshacerse de su agarre al tocarlo con la punta de sus dedos.