CAPITULO 12

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Un día mas, un nuevo amanecer, un nuevo día para hacer nuevas cosas y cambiar algunas.

Hoy me desperté con la entera disposición en resolver problemas y dejar algunos puntos bien esclarecidos.

Tenía que hacerlo por mi salud mental y para no crear un ambiente incomodo si iba a permanecer mucho tiempo en él.

Lo mejor que podemos hacer es crear y moldear un lugar para buscar tranquilidad. A veces no podemos estar en lugares que nos afectan, es toxico para nuestra paz mental e incluso física.

Si en algún momento nos sentimos mal estando en ciertos lugares o con ciertas personas, debemos alejarnos.

En mi caso no lo haría, porque como me lo he dicho muchas veces. Yo cumplo las promesas, y le prometí a Bianca que estaría siempre con ella. No podía irme solo porque me incomodara la relación que estaba creando con su padre, así que debía moldear ese entorno para que fuera algo más llevadero.

Y para lograr eso debía colocar límites. Una vez había escuchado una frase que nunca olvide.

"Los demás respetaran tus limites si les indicas donde están"

Lo había dicho Walter Dresel en algún momento.

Intentaba convencerme de eso, pero también sabía que los límites son como los miedos, a menudo son solo una ilusión. Una ilusión que nos imponemos para engañarnos a nosotros mismos y escapar.

Hoy amanecí con la mente trabajando al cien por ciento.

Y eso solo tenía una razón justificable.

Andrés.

Así es, Andrés el que llegaba cada mes.

Había despertado con la regla, ya decía yo que tantos pensamientos y contradicciones a los mismos no eran muy normal.

Me pare de la cama y sentí como la cascada de sensaciones corría por mis piernas, hice una mueca y corrí al baño, algo que si tenía yo, es que me llegaba a montones, los dos primeros días, pero agradecía que solo me durara tres días.

Busque entre los cajones la caja de tampones y me fui a bañar.

Después de bañarme y colocarme el tampón, me vestí con un jean negro holgado y un top blanco que luego acompañaría con una chaqueta.

Termine de limpiar el desastre que había hecho en la noche y meter las sabanas sucias al lavadero, los cólicos me estaban matando.

El apartamento estaba en completo silencio, eran solo las cuatro de la madrugada, a las siete debía estar en el trabajo.

Volví a mi habitación y aproveche que estaba despierta para responder algunos correos de mi madre avisando que ya había hecho una trasferencia a mi cuenta bancaria.

El dinero se estaba acumulando en esa cuenta, lo que mi madre aportaba cada mes llevaba sin usarlo casi dos años.

Vivian tenía la costumbre de enviarme una cantidad gigantesca de dinero que yo no usaba, simplemente no tenía en que, me defendía con lo que ganaba en un puesto de comida rápida en nueva york, y eso me alcanzaba para comparar algunos libros y uno que otro implemento personal que necesitara, o cuando salía con mis amigos.

No tenía más gastos, la ropa me la daba mi madre y cuando veía que tenía suficiente dinero iba a alguna tienda de segunda mano y elegía ropa que verdaderamente me gustara.

Así que ese dinero lo conservaría y lo daría alguna fundación que enserio necesitara el dinero para cosas útiles y no para malgastarlo en otras cosas.

Un mar con letras de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora