Capitulo 2

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De ahí en adelante podría decirse que desarrollaron una peculiar relación de cuidadora-cuidada, cosa que se intensificó hasta unos años después, cuando la Princesa de los Kuhr cumplió los 16 años y numerosos caballeros comenzaron a llegar al castillo en busca de dar el beso que rompiera el hechizo... y con ello convertirse en Príncipe de la nación, y posteriormente en Rey.

Sin embargo, la situación podría decirse que empezó a ir en declive el año siguiente, cuando Valentina cumplió los 17 años y seguía en el castillo. No porque nadie fuera a buscarla, sino porque no podían derrotar a la dragona (o, en caso tal, burlarla, porque tampoco es que había que matarla solo porque fuera una dragona; a pesar de ello tenía sentimientos y era un ser vivo, por lo que, al menos en su opinión personal, merecía vivir).

—Juliana, ¿por qué quienes vienen a rescatarme nunca llegan a mi habitación? —preguntó un día la princesa cuando ya se había convertido en un pájaro y había bajado volando hasta donde se encontraba su amiga.

—Algunos no pueden pasar las dificultades que hay antes de llegar a la torre.

—No, no, me refiero a... he visto que algunos sí lo hacen, llegan aquí, al castillo. Y me emociono y voy a arreglarme para ellos, pero pasan las horas y nadie entra a mi habitación.

—Oh... eso se debe a que no pueden burlarme o derrotarme, linda.

—Pero... ¿por qué no pueden?

—Pues soy una dragona. Es normal que no puedan.

—Pero la idea es que me rescaten para finalmente poder ser libre.

—Sí, pero si no me derrotan no van a llegar hasta ti.

Valentina estaba un poco estresada. ¿Era que su amiga no entendía lo que estaba diciendo, o que simplemente se hacía la tonta para no ceder?

—¿Y por qué no pueden derrotarte?

—¿Cómo que por qué no pueden? Pues porque... —Y ahí entendió a lo que la princesa se refería. Sus ojos parecieron rendijas, y su voz pasó a sonar reacia; soltaba humo cuando hablaba—. No me estarás sugiriendo que deje que quienes vienen a rescatarte pasen a tu castillo libremente sin tener que enfrentarme, ¿cierto?

—¡Cuidado con el humo, Juliana! —masculló Valentina entre tos y tos. Movía sus alas apresuradamente, intentando volar lejos del calor—. ¡Me vas a hacer ave ahumada!

—¡Entonces no sugieras cosas que sabes que van en contra de lo que dicen tus padres!

—¡Pero mis padres no tienen que enterarse!

Juliana se enojó tanto ante el comentario que suspiró y echó fuego de su nariz. Era una suerte que la princesa había volado con prontitud lejos de ella, porque de lo contrario ya la habría rostizado.

—¡ENTONCES SÍ ES ESO LO QUE ESTÁS SUGIRIENDO!"

La menor se arrepintió profundamente de lo que había hecho. Debió imaginarse que la dragona reaccionaría así... y, por ello, pedir lo que quería de otra forma.

Sin embargo, ya era muy tarde.

—¡NO PUEDO CREER QUE ESTÉS SUGIRIENDO ESO! —bramó la mayor con voz grave, y echando fuego por la nariz a medida que respiraba—. ¡MERECES ALGO MEJOR, PRINCESA!

—¡Juliana! —chilló la princesa volando cerca de los oídos de la dragona, ya que se había alejado de donde siempre se reunían debido a lo alterada que estaba—. Juliana, no digo que debas dejarlo pasar sin enfrentarse a ti, sino simplemente... que podrías ser menos dura con él.

—¿CÓMO QUE SER MENOS DURA? ¡DEBE DEMOSTRAR QUE ES ASTUTO, HABILIDOSO, FUERTE, COMPETENTE Y...!

—No quiero... a alguien así —admitió con voz triste—. No quiero a alguien habilidoso o fuerte. Solo quiero a alguien, ¿sabes? A quien sea.

The biggest adventure - Juliantina (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora