¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Han pasado casi dos meses desde mi último encuentro con Dallas o con cualquiera de los chicos. Ponyboy fue al único que le conté lo que paso en la habitación aquella noche, no supo que decirme, supongo que yo tampoco, ahora simplemente ya no hablamos, tampoco he tenido la oportunidad de hacerlo o de ver a los chicos y si soy totalmente sincera me alegro, prefiero evitar los conflictos.
—¿No había otra gasolinera a la que ir?—Me quejó en voz alta, mi hermano me mira de reojo sonriente, niega con la cabeza antes de aparcar.
—En ninguna otra tienen lo que yo quiero.
—Oh, por supuesto, la rubia que le hace ojitos a Soda.—Su cara cambia totalmente, ahora la sonríe soy yo, me rio en voz baja antes de sentir un codazo en mi costado, me quejo de forma dramática.— Eres un idiota.
—Anda, vamos.— Sale del coche con bastantes emoción y con bastante rapidez. Echo un pequeño vistazo al sitio, mi atención se queda en un grupo de chicos que conozco bastante bien.
—Mejor te espero en el coche.—Me hundo la máximo que puedo en el asiento con la intención de esconderme, con la esperanza de que la tierra me trague.—Venga ve.—Le hago un gesto con la mano para que se vaya y se de prisa.
—Te vas a morir de una insolación, no seas tonta.— Hace el amago de abrir la puerta de mi lado, le aparto la mano rápidamente.—No me hagas sacarte del coche.
—No me hagas ponerme a gritar.
Después de esa pequeña discusión se da por vencido, me mira una última vez antes de adentrarse al interior de la tienda.
No tardo mucho en empezar a acalorarme, me abanico un poco con las manos antes de rendirme y salir del auto, me apoyo en el capot con mucho cuidado, rezando internamente para no quemarme.
Los minutos pasan muy lentamente, por un pequeño instante pienso en ir a buscar a mi hermano y casi sin querer mis ojos terminan puesto sobre mis antiguos amigos, trago saliva y eliminando la posibilidad de moverme.
De vez en cuando mis ojos viaja inconscientemente hacia el grupito, una de esas veces mis ojos se topan con una chica, una muy guapa, esta totalmente pegada a Dallas. La tiene rodeada con sus brazos, todos se ríen con ella, en espacial él.
Me empiezo a sentir fatal, la sensación no mejora, pestañeo varias veces seguidas para eliminar cualquier rastro de lagrimas que puedan quedar en mis ojos.
—Imbecil.—Maldigo para mi misma cuando le oigo reír, me mantengo serena mirándome las uñas de las manos que ahora tienen un bonito color rojo.
Miro hacia la puerta de la gasolinera y para mi mala suerte sale Soda que hace contacto visual conmigo, me sonríe y mueve la mano para saludarme, dudosa le devuelvo el gesto, ese pequeño intercambio hace que todos esos pares de ojos recaigan en mi.
Trago saliva con nerviosismo, pensando en algún sitio para esconderme, solo veo una solución: mi hermano. Intentando andar lo más normal posible hasta el interior de la estación de servicio, no puedo evitar cruzarme con Soda.
—Hola, niña rica.— Me sonríe tan amablemente que casi me siento mal por querer ignorarlo.
—Hola.— Fuerzo una muy buena sonrisa antes de intentar seguir mi camino.
—¿Por que no vienes con nosotros?—Me agarra suavemente del brazo, desvío la mirada para dejarla sobre su mano, lo capta y me suelta rápidamente.
—No creo que sea una muy buena idea.
No dice nada más, me vuelvo a girar, solo me da tiempo subir una escalón antes de sentir de nuevo un agarre sobre mi brazo.
—Soda, no quiero ir con voso...—Me quedo a mitad de la frase al ver que la mano que envuelve mi brazo no es otra que la de Dallas, me está mirando fijamente.—Suéltame.
—Cuando hablemos.—Lo dice tan normal que solo hace falta eso para enfadarme, muevo el brazo intentado soltarme.
—Winston, suéltame.—Me ignora completamente, empieza a arrastrarme con él hacia la parte trasera de la gasolinera.—¡Dallas! ¡Suéltame el jodido brazo!—Le piso el pie con todas mis fuerzas, me suelta al instante dándome la oportunidad de alegarme.
—Joder, estas loca.—Se mira el pie y luego a mi, se acerca peligrosamente a mí, sus ojos no se desvía ni por un segundo de los míos, apenas nos separan unos centímetros.—Vas a escucharme.
—No.
—No era un pregunta, muñeca.—Cada vez la distancia es más corta, busco algún hueco entre su cuerpo y la pared para escabullirme.— Lo siento.
Me quedo quieta, le miro incrédula.
—¿Por que exactamente? ¿por portarte como un idiota? ¿por gritarme? ¿o tal vez por hacerme daño?—Enumero algunas de las cosas que tanto me desagradan de él, no dice nada, me echo a reír con sarcasmo.—Justo lo que me imaginaba, adiós Winston.
—Por ser un imbecil.—Le miro sobre mi hombro, no muy convencida me doy la vuelta nuevamente para estar enfrente suya.—Te echo de menos, no solo yo, los chicos también.
—Hace un rato no lo parecía.—Me maldigo internamente por abrir mi bocaza.
—No seas tan complicada, joder, estoy intentando discúlpame.—Pasa una de sus manos por su pelo arreglándolo un poco, me mira durante unos segundos antes de apartar la mirada al ver que no digo nada.—Esa noche, yo, estaba drogado, estaba triste y tú estabas tan radiante, ayudándome como si nada, pensé, mira no sé qué pensé, pero lo siento.
—Casi me pegas, Dallas, ¿eres tan si quiera consciente de eso?—Noto como mis ojos empiezan a picar, los cierro por unos segundos impidiendo que las lagrimas salgan.—No puedo confiar en ti.
—Te quiero, tienes que creerme.
—Dally.—Me acercó para poder acariciar su mejilla con mi pulgar.—No todo se soluciona con un te quiero y mucho menos cuando me quieres tan mal.—Sonrió triste pero me mantengo firme.—Esfuérzate y tal vez me lo piense.—Me giro de muevo dispuesta a irme.
—Eh.—Me agarra nuevamente el brazo haciéndome gira sobre mis pasos, sin previo aviso nuestros labios se están rozando y cayendo en el pecado la distancia desaparece, abriendo paso a un beso, rápido y claramente desesperado.—Amigos ¿no, nena?
