Dallas Winston

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El aire fresco del parque remueve con ligereza mi pelo, me siento en un banco, esperando que la pequeña Linda, se suba a los columpios y juegue un rato antes de tener que volver a casa

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El aire fresco del parque remueve con ligereza mi pelo, me siento en un banco, esperando que la pequeña Linda, se suba a los columpios y juegue un rato antes de tener que volver a casa. Durante unos segundos me permito cerrar los ojos e inclinar mi cabeza hacia atrás, en un deseo interno de estar en una costa de Hawaï y no en Tulsa.

—Hola muñeca.—La voz de Dallas me hace sobresaltarme y me saca rápidamente de las nueves, mis ojos viajan con rapidez hasta la niña que todavía sigue sobre el balancín para luego posarse en el castaño.—¿Por que sigues cuidando a la mocosa esa?

—Hola.—Aprovecho su despiste para dejar un beso sobre su mejilla, por la mirada que me dirige puedo imaginar que preferiría que estuviese encima suya y dandole besos en otras partes.—Algunos trabajamos ¿sabes lo que eso significa, no?

—No me gustan los niños.—Le miro de reojo antes de rodar los ojos, me limito a ignorar su comentario, no era la primera vez que me dejaba claro que no le gustaba los niños y mucho menos que los cuidara, decía que eso solo me hacía perder el tiempo.—Hoy saldré con Johnny y Ponyboy ¿vendrás a cuidarlos también?

—Eres idiota.—Se sienta a mi lado, puedo ver como algunas madres nos miran con ojos de espanto, otras cuchichean mientras nos miran de reojo, las ignoro y me centro en Dally, que les dedica una sonrisa con sorna a todas ellas.—¿También quieres que cuide a ti? Puedo leerte un cuento si quieres.

—También podemos darnos el lote mientras los dos niños miran la película.—Su cara está tan cerca de la mía, a duras penas un alfiler pasaría entre nosotros. Antes de darme cuenta me esta besando, por la forma en que sus brazos están sobre mi puedo imaginar que no desea parar ahí.

—¡Peg! ¡Me duele!— El llanto de mi niña, me hace reaccionar y separarme lo más rápido que puedo, el gruñido que hace Dallas muestra su total descontento, sin mirarle puedo imaginarme la mirada que debe estar echándole a la pobre Linda que llora en el suelo mientras se toca la rodilla.

—¿Que te ha pasado, bombón?—Me pongo en cuclillas para quedar a su altura, una herida sobre su rodilla aparece en mi radar, con cuidado la cojo en brazos.

La siento en el banco, en el que me encontraba anteriormente, los ojos de Dal se posan en nosotras, una mueca de asco se le forma en la cara cuando escucha la voz de la pequeña, le hago un gesto con la mano para que ponga buena cara y se comporte.

—¡Un niño me empujó! ¡Me caí!—Reclama al mismo tiempo que con su dedo señala al acusado, un niño de su misma edad que juega con un coche de madera robo.—¡Los chicos son tontos!

Cuanta razón tiene, sin embargo me contengo mis palabras y le sonrío, me devuelve el gesto, con cuidado le pongo una tirita sobre la herida para que aguante hasta llegar a casa y todavía pueda disfrutar un rato del parque.

—Haberle pegado.—Dallas se me adelanta y aconseja a la niña, con el ceño fruncido le dedico una mirada indignante sin embargo el me sonríe con satisfacción.—Págale antes de que te pegue él.

The Outsiders || One Shoots  ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora