4. Compromiso

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Mientras llega la hora de la comida decidí pasear por los jardines y si, con el pesado vestido, de todas formas no había problema, no usaría el mismo vestido para la comida por "protocolo" a veces odio ser princesa, preferiría ser como la madre de Ailana.

Ella si que ha vivido un montón de aventuras y peligros, nadie nunca la podido detener, es un ejemplo de mujer guerrera inigualable, escucho ladridos y veo a los perros de seguridad salir a mi encuentro.

Son 10 Dóberman con entrenamiento militar, cuando es su hora de juego siempre vienen a mi o a mi hermano.

— Es su hora de juego majestad— me hablo uno de los guardias, que es su entrenador.

— Muy bien entonces traigan la lanzadora por favor— la lanzadora es una máquina que lanza pelotas o juguetes, es una forma en que ellos se divierten y liberan el estrés de los entrenamientos, los guardias la traen junto a su canasta de juguetes, los perros me miran atentos.

Tomo uno de los peluches que lleva varias remendadas, lo pongo en la máquina y antes de lanzarlo.

— Tina, Juno atentos— Tina y Juno son de la misma camada sus hermanos se dieron en adopción ya que solo se seleccionan ciertos cachorros para pertenecer a los guardianes, los perros se ponen en posición y activo la lanzadora.

Ambos perros corren a traer el peluche, se lo pelean, Tina lo jala de una oreja y la arranca, Juno me entrega el peluche, Tina solo me entrega la oreja.

Juego un rato con todos los perros e incluso los acaricio, ahora estoy sentada en el pasto mientras acaricio a Hanni.

— ¿Quien es una buena chica?, Hanni es una buena chica— acaricio las orejas de la dóberman albina, alguien tose falsamente y me giro asustada, miro al príncipe Teivel e inmediatamente los perros se ponen a la defensiva —Quietos todos— les ordeno y todos se sientan pero tienen las orejas tensas.

— Lo siento princesa Esmeray no era mi intención asustarla— se disculpa, su voz que hace que me quiera derretir, me levanto y sacudo todo lo que puedo mi vestido.

— No tiene por que disculparse príncipe Teivel, fue mi culpa estaba distraída— acaricie la cabeza de Tiverius para evitar su mirada, Tiverius es el Alfa de la manada perruna pero el no disfruta mucho de los juegos así que solo se queda a mi lado.

— Solo la vi desde la ventana de mi habitación y quise acercarme, parecía muy feliz jugando con sus mascotas— quiso dar un paso hacia mi pero Tiverius ladra en advertencia y los demás perros se ponen alerta.

— Tiverius quieto— el perro deja de mirar fijamente al príncipe, los guardias al darse cuenta de lo tensos que están los perros los llaman y los alejan — Lo siendo no están acostumbrados a los extraños que se me quieran acercar— le sonreí apenada.

— No se disculpe, está bien que quieran cuidarla— asentí, se acerco y casi me lastimo el cuello, es mas alto que mi hermano y eso ya es mucho.

— ¿Quiere pasear por el terreno?— ofrezco, él pareció pensarlo y al final asintió, caminamos por el amplio terreno, platicamos un poco sobre temas variados como guerra, economía y tradiciones.

— Entonces ¿usted mismo es el estratega y el guerrero principal de su reino?— lo miro sorprendida y él asintió — Wow, bueno yo soy la estratega de mi familia pero siempre he querido acompañar a mi hermano a las peleas, soy buena con la espada y el arco, pero mi familia dice que es mejor que me resguarde por que soy de mas utilidad aquí—

— Bueno quizá algún día la dejen ir, después de todo ya no estamos en siglos pasados donde era ilegal que una princesa sostuviera una espada para pelear y creo que realmente usted le daría una buena lección a quien sea su oponente— me miro de reojo, aun que no lo aparente estoy nerviosa, su presencia me pone nerviosa pero no en el mal sentido.

La historia de como me enamore del villanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora