9. SU ROSTRO PT. 1

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Travis Lerux

Llevé al novato conmigo en mi coche, al igual que cuando iba a la oficina, había demasiado tráfico.

El cielo se veía más oscuro, más que de costumbre, algo había pasado, pero probablemente no sabría por la cantidad de trabajo que hay, pero tal vez es lo mejor.

—Dirección, novato —pedí dando la vuelta para salir de una rotonda.

La voz del agente Alonso soltó la dirección del lugar, no era muy lejos de la estación.

La calle era estrecha, solamente entraba un coche, lo cual quiere decir que era un solo sentido.

—La primera testigo, Winnie Chales —indicó Alonso —treinta y dos años, madre de dos hijos, soltera y trabajadora de ese pollo americano que llegó aquí, ¿Cómo es que se llama?

Alonso se quedó en silencio tratando de recordar el nombre del restaurante.

Admiré la casa que tenía delante, una muy conservadora, como las primeras en ser construidas aquí en París.

La madera estaba pintada de un color blanco, cruces de tablas en color café oscuro, una puerta del mismo color, frente a él un césped perfecto.

¿Cómo hacen para tener así de perfecto el césped?

El agente Alonso seguía sin recordar el nombre del restaurante, así que traté de ayudarlo.

—¿KFC? —traté de ayudarlo a recordar.

—¡Ese!

—Perfecto, novato, ahora toca la puerta —ordené, el hombre obedeció.

Esperamos unos segundos a qué la señora Charles abriera la puerta.
En cambio, abrió una niña, más pequeña que Bernadette, su cabello era café y sus ojos tenían un café en tono miel.

La sonrisa que tenía en su rostro se difuminó en una expresión con miedo.

—Tranquila —ojalá entienda que no es nada malo —¿Está tu mami? —la niña asintió lentamente —¿Puedes llamarla? —asintió de la misma manera.

—¡Mamá! —gritó tiernamente.

Desde atrás de ella, una mujer de tez blanca, un poco más baja que yo, los mismo ojos que la niña y un cabello casi del mismo color que su iris.

—Bonjour? —hizo un intento de saludo.

—Bonjour, mademoiselle —hice una pequeña reverencia con mi cabello —soy el comandante Travis Lerux y mi compañero Denial Alonso.

—Bonjour —Alonso le mostró una sonrisa de lado.

—¿A qué les debo su visita, comandantes? —preguntó la mujer mientras se limpiaba las manos con un pedazo de tela.

—Estamos a cargo del caso que presenció la semana pasada en la plaza cerca de Torre Eiffel —explicó Alonso.

La expresión de la mujer se volvió algo fría, pálida, como si temiera a algo que le fuéramos a hacer.

—Ah... —se escuchaba algo nerviosa —claro, pasen —invitó la mujer con un movimiento de mano.

Los dos entramos a la cálida casa de la mujer, realmente era muy acogedora, más de lo que es la mía.

—Tomen asiento —ofreció la mujer, sentandose en un sillón individual frente a uno grande.

—No creemos quedarnos por mucho tiempo —de igual manera me senté en el sillón que tenía en mirada de ella —solo le queremos hacer unas preguntas, no la vamos a arrestar ni nada parecido —pronuncié tratandola de tranquilizar por la expresión que me había dado en la puerta.

Mi lado psicodélico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora