Denial Alonso
Muchos dirían que este trabajo me gusta, que todo lo que conlleva ser un oficial de policía es emocionante pero la verdad es que para mi no lo es.
Viviendo en un gran destino turístico como lo es París, quería estudiar hotelería, llevar a las personas por toda mi ciudad, pero viniendo de una familia de policías, detectives y otras indoles de la ley, yo no podía ser la excepción. Mi tío es el jefe de la oficina central, por lo cual encontrar trabajo después de salir de la academia no fue para nada complicado.
Lo único que representaba un problema para mí es que todos los que ingresan a este tipo de lugares tienen que pasar por ser el acompañante de un comandante.
—Solo porque eres mi sobrino, te voy a poner con el mejor comandante que tengo —explicó mi tío moviéndose de un lado a otro con un vaso de whisky en su mano —no le digas a nadie que yo soy tu tío, me pueden despedir por hacer esto —asentí sin más.
Así fue como llegué a manos del comandante Travis Lerux, con uno de los casos que estaban llenando de locura a toda la ciudad de París, uno que inició con el homicidio de un hombre cerca de la Torre Eiffel.
Conforme pasaba todo, llegamos a lo único que me gusta de este trabajo: la investigación.
Llegamos a un rostro en común, una mujer con las mismas características que todos describían, una chica joven, supongo que lo único que faltaría es comprobar entre el comandante y yo todos los interrogatorios y que los rostros sean idénticos.
Si tuviera que hablar de ella en otros aspectos, diría que es una mujer bella, el único problema es su manera psicópata de ser o ejecutar ciertas acciones.
Según lo que leí en su expediente casi en el olvido y las notas de la doctora Angèle, Agnès tiene una especie de voz en la cabeza, esa que todos tenemos, la diferencia es como funcionan las de cada uno de nosotros.
Por ejemplo, mi mente, suele estar ocupada en la manera de resolver mi vida cotidiana, los problemas del trabajo y –muy de vez en cuando– tener conversaciones conmigo mismo, pero no es nada del otro mundo, siempre son cosas como «¿Apagué la estufa?», «¿Qué voy a cenar?» y otras cosas normales.
Según Angèle, la señorita Beckcincle tiene una voz en la cabeza, la cual le dice que hacer, a quien, como y cuando llevarla a cabo.
Entre varias de las notas se incluye que Agnès la llama Agathe para tenerle una especie de cariño, eso le dió a entender a la doctora Angèle que no se quería deshacer de ella.
Abril, 22, 1959.
Terapia 1: Agnès Beckcincle
Para ser sincera, creí que la primera terapia con Agnès sería más fuerte, o fácil de sacar la información, sin embargo tuve la mitad de razón.
No me quiere hablar de su madre y su relación, lo cual me hace sospechar que ella fue una influencia para Agnès.Sé que aún me quedan muchas cosas que descubrir de su pasado, pero serán cosas que descubriré poco a poco.
Entre todos los interrogatorios y pensamientos, un par de toques sobre la puerta se hicieron de escuchar. Caminé a ella mientras escuchaba a la última testigo.
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Mi lado psicodélico
Romanzi rosa / ChickLitTodos hemos tenido deseos psicodélicos, la diferencia entre Agnès y cualquier otra persona es que ella sí los lleva a cabo, dejando de lado el miedo que a muchos de nosotros nos daría. Las personas que la rodean no le dirigen la palabra, no entiende...