Agnès Beckcincle
Con un golpe en la cabeza, la mujer cayó al suelo frente a mi y el comandante, de igual manera que el rodillo.
—¡¿Agnès, qué hiciste?! —preguntó al borde de un colapso
Agnès mató a tu amada, ¿No te das cuenta, cariño?
El hombre corrió al auxilio de su mujer, tomándole el pulso mientras yo solamente buscaba la manera de que el comandante no me fuera a regresar al psiquiátrico.
Tenía dos maneras de que él no dijera nada: la número uno sería encerrar al comandante aquí y esperar a que no diga nada, o la segunda, matarlo y que este junto con Gisselle.
Traté de correr en dirección a la puerta para cerrarla y esperar a que él no corriera, de la nada, una mano fría tomó mi brazo derecho, obstruyendo mi salida.
—¿A dónde crees que vas, Agnès? —dijo interrogante, mientras veía sus lágrimas terminar de pasar por sus mejillas.
La fuerza que se ejercía en mi brazo era tanta que sentía que en cualquier momento me rompería los huesos.
—Me está lastimando —sentía como me apretaba sus dedos con una especie de fuerza sobrehumana.
Giré mi cabeza en busca de algo poder defenderme.
A mi derecha, había un pedazo de madera con cuchillos guardados en su interior.
—¡Dime! ¡¿Qué piensas hacer después de matar a Gisselle?!
Agnès, cállalo
—¿Crees que vas a ser una persona normal después de todo lo que haz hecho?
Agnès, cállalo
—Tú no eres como nosotros, estás mal de la cabeza y es algo que no entiendes.
—No es cierto —dije a modo de susurro
—¡¿No es cierto?! Mataste a tus propios hermanos, mataste a mi esposa y quién sabe a cuántas personas más
Agnès, cállalo
—Yo no lo hice —traté de defenderme.
—¡¿Entonces quien lo hizo, Agnès?! —el hombre golpeó a un costado mío —tú no eres normal y nunca vas a ser normal
Agnès, cállalo
—Yo soy como usted —seguí susurrando para defenderme
—No, claro que no, tú vives en un mundo de fantasía donde todos están rendidos ante ti, pues ¿Sabes qué, Agnès? La vida no es así, la vida es una perra maldita que te apuñala por la espalda —encaminé mi mano para tomar uno de los cuchillos que había a un lado.
Agnès, cállalo, ya no lo soporto más.
—Eres una fenómeno y siempre lo vas a ser
—Cierre la boca —pedí
—¿Qué? ¿No te gusta que te digan verdades?
—Solo cierre la boca
—¿Por qué, Agnès? ¿Por qu...? —ya no aguantaba más al hombre.
La hoja del cuchillo resultaba estar más afilada de lo que pensaba, haciendo un corte limpio de izquierda a derecha; entre chorros y chorros de sangre que caía en mi cuerpo podía ver la piel el grosor de ella.
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Mi lado psicodélico
Literatura KobiecaTodos hemos tenido deseos psicodélicos, la diferencia entre Agnès y cualquier otra persona es que ella sí los lleva a cabo, dejando de lado el miedo que a muchos de nosotros nos daría. Las personas que la rodean no le dirigen la palabra, no entiende...