poliamor ✧ knowmin

capitulo nueve

Minho lloro tanto que al final termino con los ojitos cansados y se durmió. Seungmin no había salido de la habitación ni un momento para cuidar de su novio. Ahora que se había atrevido a decir en voz alta la realidad; que Jisung ya no estaba en la vida, se sentía mucho más liberado. Ya no sentía tanto peso sobre sus hombros, solo esperaba que Minho lo aceptara de una vez por todas y no volviese a alucinar de nuevo.

Tocaron la puerta de la habitación y Seungmin gritó un "adelante". La persona entró y entonces se dio cuenta que era su amigo Changbin.

Seungmin le había contado todo, se había desahogado por completo con él, incluso hasta lloró. Él rubio si se sorprendió demasiado con aquello, pero no le juzgó. Simplemente le hizo saber que estaba ahí para él y que lo mejor era que Minho fuese a un psicólogo.

—¿No quieres ir a casa a descansar?—Seungmin negó con la cabeza—Se nota que tienes sueño.

—No, estoy bien. Me quedaré aquí por si Minho despierta—en realidad no quería dejarlo solo, porque corría el riesgo de que viese de nuevo a Jisung y no quería eso.

—Está bien, debo irme. Si necesitas algo, solo llámeme. ¿De acuerdo?

—Gracias, lo haré.

—Adiós—se despidió para después salir de la habitación. Seungmin soltó un gran suspiro y cerró sus ojos.

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Minho se despertó sintiéndose completamente vacío y triste. ¿Cómo era posible que había estado alucinando al amor de su vida?

Es que le costaba creerlo, pues Jisung se veía tan real... cuando le hablaba podía escuchar claramente su voz. Pero era cierto, el mismo lo había visto en aquel ataúd hace dos años, se había aferrado tanto a él que pronto comenzó a perder la cabeza.

Aquello era tan jodido, sentía un horrible vacío en el pecho, ¿cómo se acostumbraría a vivir sin él? ¿cómo le diría a su corazón que debía dejarlo ir? Sabía que tenía que hacerlo, no podía seguir siendo egoísta con Seungmin, porque a él también lo amaba. Necesitaba ayuda de un psiquiatra, un psicólogo, lo que sea.

Observó en silencio toda la habitación, no había rastros del peliazul y eso, aunque supiese que estaba mal, lo extrañaba demasiado.

—¿Jisung?—se atrevió a llamarlo con la esperanza de verlo de nuevo. Pero no, él no se apareció y eso le dolió.