3. Mi pequeño milagro [Final]

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Escuchan un alboroto aproximarse hacia ellos, claro que no se sorprenden al saber quiénes son.

— ¡Tío WuXian! ¡A-Yuan no tiene la culpa de nada!

— ¡Él es hábil con la espada, la caligrafía, la música y por último cocina mejor que mi mamá! ¡Que no quieras darte cuenta de ello eso te hace un necio!

A JingYi y a Ling se le cae la mandíbula al no ver lo que esperaban, esperaban algo más dramático, como su tío Wei regañando como siempre a su primo, por ejemplo.

— ¿P-paso algo?—pregunto JingYi mirando con los ojos entrecerrados a su tío y después a su primo y viceversa.

Wei Ying pone fin a las alocadas ideas de sus sobrinos. —Bien, vamos chicos. Sus padres también deben estar preocupados por ustedes.

— ¿Eh... mn... Ling, JingYi? —llamó SiZhui, recibiendo la atención de sus primos —Adelántense, yo estaré con mi papá.

~~

—La Bendición se apagó —habló uno de los campesinos — ¿será para siempre?

—Antes no era necesario un don para poder vivir —trato de razonar otro campesino.

— ¡El peligro asechará de nuevo! —habló una mujer despertando, así, la histeria junto con el pánico entre los campesinos preocupados.

Jiang Cheng, harto por la exaltación del pueblo decide aclarar el gran malentendido. Apretó sus puños y con una fuerte y nítida voz habló. —¡EL PELIGRO MURIÓ HACE QUINCE AÑOS!

Fue su voz de mando que calmó las quejas y murmullos de toda la población reunida.

XiChen, por su parte, sostiene su mano entrelazada con la de su esposo. Transmitiendo esa calma y tranquilidad que él siempre le daba.

Jiang Cheng agradece con su mirada el amoroso gesto de su esposo, infla el pecho y continúa con su discurso. —Ya no tenemos los dones... —hace una pausa. De por sí, ya era difícil explicar el tema, pero necesitaba tranquilizar al pueblo hasta que su hermano retorne después de encontrar a su sobrino. Vuelve a tomar aire y continua —Antes no era necesario un don para poder vivir...

En el fondo, se escucha otra voz perteneciente a una silueta que venía acercándose— Nos aferramos tanto al poder de los dones que habíamos olvidado por completo lo especial que éramos cada uno de nosotros —era Wei Ying y detrás de él, como si de tres pollitos se tratara venían siguiéndolo Ling, JingYi y SiZhui en fila respectivamente.

— ¡Es el señor Wei! —hablo con efervescencia uno de los niños que admiraba la historia del lugar. — ¡Junto con el joven SiZhui!

Los adultos voltean sus miradas, dirigiéndose totalmente a su líder.

—La Bendición solo nos ayudó a salir adelante...

—No solamente fue la Bendición Maestro Wei —interrumpió un anciano entre la multitud —Fue gracias a usted y su buen liderazgo que salimos adelante —el anciano, cuando aún era un señor de cincuenta y cinco años, había sido testigo de todos los avances que tuvo el pueblo que alguna vez solo era simplemente techos de paja y tela. Y todo gracias a la venganza de hace quince años.

Wei Ying siente que su corazón empieza a encogerse.

—Por favor, usted hizo mucho por nosotros. —el anciano se quita su sombrero de bambú y lo apoya en su pecho —Ahora, déjenos hacer esto por usted.

~~

—No importa, antes vivíamos sin los dones, podemos hacerlo ahora.

— ¡JingYi! ¡Mocoso escurridizo! ¿¡Dónde andabas!?

Dos Oruguitas // WangXianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora