Capítulo 18

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Después de varios minutos, me levanté, me miré al espejo, había estado muy estresada con todo esto, que ni siquiera me había dado el tiempo de mirarme al espejo.

Realmente me veía mal, los lentes de contacto me estaban dañando, los había diseñado para poder usarlos durante vario tiempo pero tenía que limpiarlos, apenas tenía tiempo de respirar, no podía.
Tenía que quitármelos o esto me traería varios problemas oculares.
Estaba pálida, parecía que estaba muerta, mis ojeras se notaban demasiado, mi cabello se veía sucio y desordenado, mi ropa estaba desgastada, me sentía la persona más horrible del mundo.

Me mire fijamente al espejo, con las yemas de mis dedos comencé a tocar mi rostro, desplazándome por cada parte de él con delicadeza, analizando todo de mi.

Mi aspecto era realmente malo, pero a pesar de eso, Rafe me veía como la chica más hermosa que existía.

Pase mis manos por mi cara y solté un gran suspiro, dándome la vuelta, comencé a abrir lentamente la puerta.

Al salir, pude percatarme de que Rafe se encontraba afuera, sentado en el pasto, mirando hacia el frente.

Tomé mi mochila y salí, dirigiéndome hacia él.

—Rafe.— hablé llamando su atención, a lo que el rápidamente de levantó.
Tomé su mano y coloqué en ella un aparato.

El lo miro atentamente, tratando de descifrar que era.

—Es un teléfono satelital, los hice en los pequeños momentos donde tenía tiempo para poder escapar de todo.

—¿Tú los hiciste?— preguntó asombrado, mirándolo con atención.

Asentí. —No podrán rastrearlo— sonreí de lado. —mi número está detrás—

El lo giró, efectivamente, tenía una nota con mi número.

—Si...algún día quieres llamarme, puedes usar esto, será solo para nosotros dos.— observe cada detalle de su rostro, cada facción, sus hermosos ojos azules, que me miraban con ese hermoso brillo que tanto amaba.

—Tú...¿me llamarás?— trago saliva nervioso, me miraba con inocencia, como si se tratase de un niño pequeño despidiéndose de su madre en el primer día de clases.

—Algún día.— tomé su mano, pude notar como su rostro se iluminó con esperanza, de qué tal vez ahora no estaríamos juntos, pero todavía había mucho que recorrer.

—Ojalá el destino nos crucé en una fiesta y borrachos— sonrió tomando mi otra mano, solté una pequeña risa por lo bajo.

—Fuiste una canción hermosa que escucharía mil veces— susurró, acariciando mis manos.

Mi corazón comenzó a acelerarse, no quería dejarlo, pero sabía que era lo mejor.

—Nos vemos, chico rubio— mis ojos se cristalizaron, al igual que los de él, pero ambos nos despedimos con una sonrisa.

Separe nuestra manos y apreté la oreja de mi mochila, observando a aquel chico que nos miraba a unos escasos metros.

—Nos vemos, chico de la gasolinera.— sonreí y el se acercó a mi con una sonrisa.

—Soy Elliot.— por fin pude saber su nombre, Elliot...

—Nos vemos, Elliot— sonreí, dándole la mano, despidiéndome de ambos, comencé a caminar.

No sabía porqué Rafe me estaba dejando ir, ni siquiera yo sabía porqué me iba, pero algo tenía muy seguro.
No quería causarle más daño.

Me detuve a mitad de la calle, giré mi mirada a Rafe y el me miró también.

𝐓𝐑𝐀𝐈𝐓𝐎𝐑// 𝐑𝐚𝐟𝐞 𝐂𝐚𝐦𝐞𝐫𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora