Capítulo 5

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Cuando llegamos a la mansión papá ya está allí. Nos bajamos del coche y vamos hasta dónde están papá y mamá abrazados. Mamá salió casi corriendo del coche para abrazarlo.

—Hola chicos. — saluda papá. —Vamos a dentro y os enseño vuestras habitaciones.

Cada uno tenemos una habitación diferente, pero las cuatro están cerca.

Entramos cada uno a nuestros respectivos cuartos para dejar nuestras cosas.

—Vamos a buscar a Max. —dice papá entrando a mi habitación. —Ya le dije a Clara. Podéis pedir unas pizzas, para después, así al venir comemos todos juntos. Hay dinero en la encimera de la cocina.

Cierra mi puerta y ordeno rápidamente mis cosas, antes de ir a junto Sergio.

—Tenemos que pedir pizza, ¿tú de cuál quieres?

—Yo que sé... Pues cuatro quesos, ya.

—Okey, voy a preguntarle a ellas. ¿Vienes?

Salgo de la habitación y Sergio me sigue. Llamo a la puerta de la habitación de Clara antes de entrar.

—Hola — saludo y veo a Natalia junto a mi hermana. —, hay que pedir pizza para comer, eh... ¿cuál queréis? —dichosos nervios, y todo por culpa de esa rubiroja. Es mi apodo para Natalia, porque es rubia y pelirroja al mismo tiempo.

—Cuatro quesos — responde Clara.

—Jamón y queso — contesta Natalia.

—Vale... Pues encargo dos pizzas grandes de cuatro quesos y otras dos de jamón y queso.

Llamo para pedir las pizzas y mientras no llegan espero con Sergio en el sofá.

—¿Hoy vamos a algún lado?

Le voy a contestar pero los pasos acelerados y ruidosos de las chicas bajando las escaleras me interrumpen.

Al bajar el último escalón se agarran de la mano y comienza a correr.

—¿A dónde vais tan apuradas? — les pregunto.

—Voy a ver mi querido jacuzzi. Adiós. — responde Clara antes de que ambas vuelvan a correr.

El querido jacuzzi de Clara está cerca de la piscina pero en una esquina, rodeado de varias palmeras. Es un sitio precioso.

—Adora ese jacuzzi — le digo a Sergio. —, pero a tí también. — le guiño un ojo.

Clara y yo no tenemos ningún en contar esto. Sergio se lo toma como una burla, y cuando ella se lo dice a Natalia pues esta no le cree. Supongo que es normal por mi reputación.

—Eres tonto.

—Soy sincero.

—Claro que sí — dice irónicamente.

—Bueno contestando a lo que decías antes; si quieres podemos ir a la piscina o a la playa. Lo que tú quieras.

—A mi hoy no me apetece caminar hasta la playa, estoy molido.

—Ya. Bueno, pues entonces nos quedamos aquí en la piscina.

Suena el timbre y abro, como suponía era el repartidor. Pago, cojo las pizzas y vuelvo a entrar. Llevo las pizzas a la mesa del comedor.

—¿Las llamamos? — le pregunto a Sergio al volver.

—Supongo, así esperamos los cuatro hasta que vengan vuestros padres.

—¿Vamos los dos?

—Vale.

Salimos afuera y vamos hacia dónde está la piscina. Natalia y Clara están sentadas en las tumbonas hablando.

El chico de los tatuajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora