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TRANSCURRIERON al menos un par de días desde que el italiano y los hermanos Dixon, llegaron al campamento. Adaptarse al grupo fue bastante difícil, los dos hombres mayores no eran del tipo de personas que les gusta recibir órdenes y ante el mínimo desacuerdo, ya se encontraban con los puños alzados.
Pero a medida que pasaba el tiempo, los integrantes del campamento, poco a poco se iban acostumbrando a las personalidades toscas de los dos hombres o eso es lo que el italiano quería pensar. Por otro lado, al más pequeño del trío pareció llevar muy bien el cambio, es más, hasta que había encontrado un amigo.
Alessandro nunca antes había tenido un amigo formal, se sentía como un perdedor al mencionar que esté era su primer amigo ,ya que antes, All, por más que formará parte de un grupo, el jamás sentía que realmente era parte de él.
Su nombre era Glenn, Glenn Rhee o Mulan, como el italiano le gustaba llamarlo, un chico coreano muy carismático y agradable.
Tenían una diferencia de un año, siendo el ragazzo, el mayor de los dos. El coreano solía trabajar como un repartidor de pizza’s, antes de que el desastre de desatará.
Ambos compartían los mismos gustos en música, los autos de carrera y el hecho de que ambos eran unos perdedores antes de todo.
Después de Glenn, se encontraba el resto del grupo, que para ser honestos, al italiano no le importaban mucho, a muy poco podía tolerar, una parte de ellos no le importaba en lo absoluto y al resto los detestaba.
Los Grimes eran una pequeña familia de tan solo dos integrantes, Lori, una mujer blanca de cabello castaño y de ojos claros. Que si la intuición del italiano no fallaba, creía con firmeza que tenía un romance con Shane, un hombre blanco de cabello azabache y ojos marrones, que antes solía ser un oficial de la ley.
Pero la cosa no se quedaba allí, aún había más, la extraña novela turca que se había formado entre ellos, se volvía cada vez más interesante y era que Shane, solía ser el mejor amigo del difunto esposo de Lori, el cual, Alessandro desconoce por completo su identidad.
El italiano solo podía esperar a que el pobre diablo volviera de entre los muertos, dándole un giro dramático a toda la trama y se forme un quiebre en el transcurso de los hechos.
Lori, además de tener intimidad con el amigo de su difunto esposo, también tenía un hijo, Carl, un niño pequeño de piel blanca y ojos claros, cabello castaño, de no más de diez u once años. Dios si tenía sus favoritos, pensó All la primera vez que lo vio.
Los Peletier, una pequeña familia integrada por tres miembros, la dulce Carol, una mujer blanca de cabello corto y grisáceo, de ojos claros. Su adorable hija, Sophie, de cabello rubio y ojos claros, un poco molesta para el gusto del italiano pero, después de todo, era una niña. El italiano sentía pena por ella y por la dura situación familiar que tenía que afrontar cada día.