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CON CIERTO RESENTIMIENTO el grupo decidió regresar al laboratorio. El objetivo de todos era el mismo, ponerle un fin al problema que los tenía a todos tan preocupados, misma disputa que había generado una gran controversia en el grupo. Por un lado, estaban los que preferían no arriesgarse, tomar la bolsa y marcharse, encabezado por Daryl ,y por otro lado, los que no querían perder las armas pero tampoco perder a Glenn.
Alessandro se mantenía al margen, apoyado sobre una pared, también tenía sus problemas pero su debate era interno, no sabía de que lado ponerse.
—Las armas valen oro, el oro podría salvar a tu familia— habló Daryl, quien se encontraba a un lado del tano —¿En verdad vale la pena arriesgar todo por un chico que apenas conocemos?.
—Si supiera que podremos recuperar a Glenn estaría de acuerdo pero, ¿Cómo sabemos que no es una trampa?— cuestionó Theodore.
—¿Le dices mentiroso a G?— respondió el chico a la defensiva.
—Maldita sea, cállate— ordenó All dándole un leve golpe en el hombro.
—La pregunta es, ¿Estás dispuesto a confiar en ese sujeto?— alzó una ceja Theodore.
—No, la pregunta es, ¿En verdad estás dispuesto a arriesgar tu vida por Glenn?— cuestionó Daryl.
—Glenn me salvó la vida, yo era un simple idiota en un tanque y el dedicó ayudarme, se lo debo— respondió Grimes, quien se encontraba en el otro extremo de la habitación.
—Hey, Glenn es mi amigo, no puedo hacerle esto, no podemos abandonarlo— murmuró Alessandro en el oído de Daryl, casi en súplica.
En silencio, el italiano se retiró de la habitación y se dirigió al baño más cercano, en dónde se puso a fumar cerca de la ventanilla. Por más que quisiera involucrarse en la situación, sus pensamientos se encontraban muy dispersos, lo único que quería en ese momento, era terminar con todo y poder seguir adelante con la búsqueda de su pareja. Pero por cómo las cosas marchaban, encontrar a Merle se volvía cada vez más una fantasía.
—¿No eres muy joven para fumar?— preguntó una voz masculina asomándose por la puerta, el tano levantó la mirada para encontrarse con Rick.
—Tengo veintiséis años, no soy un maldito niño, ya no— respondió divertido.
—Lamento mucho lo sucedido con Merle, se que los Dixon y tú son muy buenos amigos— comenzó a disculparse mientras se rascaba la nuca —Voy a hacer todo lo que pueda para que regrese.
—Tranquilo, yo en tu lugar habría hecho lo mismo si no lo conociera tan bien— sonrió a medias.
—A mi también me encantaría conocerlo, pero ya sabes cómo es él— expresó con una sonrisa.