Violencia, lo único capaz de hacer sentir algo a la indiferente Naeya, y es que desde que era una niña nunca sintió emoción alguna hasta que vió frente a sus ojos un asesinato. cómo modelo principal de la empresa de ropa de su padre ella no podía da...
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Naeya siempre tuvo una memoria realmente buena y por eso mismo le confundí el hecho de no recordar su infancia, había un día en específico que recordaba con total claridad pero cualquier recuerdo antes de ese día no existía.
La pequeña Naeya acomodó su cabello, en ese entonces era rubio platinado, casi cenizo, con el tiempo se fue oscureciendo y actualmente es negro. Sus pies se balanceaban en un ritmo específico, al ser ella tan pequeña sus pies no tocaban el suelo y quedaban colgando de el asiento. El ritmo fijo que mantenían sus pies se vió interrumpido por otros pies apareciendo a su lado con un ritmo disparejo. —¡Hola!— una voz resonó por los desolados pasillos de aquel hospital. —¡Mira mi dibujo!— en niño extendió un papel con rayones disparatados esparcidos por toda la hoja. Naeya miró el dibujo durante unos segundos y luego asintió, alejó el dibujo de su cara suavemente para después con una voz tenue y suave hablar.
—Es de mala educación gritar en un hospital, o cualquier lugar silencioso en realidad ¿Tienes alguna condición especial para que no puedas controlar el volumen de tu voz o lo haces adrede?— el niño sentado a su lado la miró confundido.
—¿Que es adrede? ¿Y porqué hablas tan raro?— Naeya lo miró a los ojos durante unos segundos antes de regresar la mirada al frente y enderezar su postura que se encurvo accidentalmente. —¿Porque tus ojos son rojos? ¿Te los pintas?—
—Mis ojos son así por una condición genética, no me los pinto.— respondió con un tono más seco sin despegar la vista de la muralla frente a ella. El tiktak del reloj en la pared se veía opacado por la voz ruidosa de aquel niño desconocido.
—¿Que es genética? ¿Eres hija del diablo y por eso son rojos?— Naeya se giró y lo miró fijamente un rato, luego suspiró y respondió.
—No.—
—Mira mi dibujo— le extendió el papel colorido nuevamente par que ella lo mirase. Naeya miró el dibujo con detenimiento para luego hablar nuevamente.
—¿Que es? No le veo forma.—
—Yo creo que sí eres hija del diablo, por eso tus ojos son rojos y tú pelo tan blanco y hablas raro y eres aburrida igual que los adultos. Es un oso, es azul porque vive en la nieve.— Naeya ignoró lo que escuchó y se centró en verle forma al dibujo del supuesto oso.
