Ruidos por el pasillo estrecho donde se encontraban sillones oxidados, alguien gritaba mi nombre sin parar apunto de quedarse sin aliento, un aliento con el asqueroso olor al alcohol.
No pude detenerme a mirar, no detuve mi paso, sin si quiero mirar atrás.
Pude ser una persona cruel, inhumana e despiadada.
Sonreía, sonreía cada vez que veía en tus ojos dolor. Ahora solo puedo mirarme y repetirme que ese no era yo, que yo no lastime ni herí, que nunca mentí ni explote sostenido de los brazos de alguien mas, mientras que cada gota de mis lagrimas caían como marcas y raspones que al final serian unas simples cicatrices en tus hombros sensibles.
Soy un ser imperfecto, repleto de sentimientos convertidos en acciones, soy un ser humano. Pero tú, tú eres un ángel.
Sabes bien que no soy un demonio que llena sus manos con sangre, pero, soy alguien inestable, soy un pedazo de remordimiento, rencor e ira.
Soy un demonio, uno al que llaman ser humano.
