Capítulo 2

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Tartaglia se despertó con los primero rayos de sol. Se levantó y primero hizo sus ejercicios matutinos de abdominales, sentadillas y flexiones. Mientras entrenaba, no dejaba de pensar en el extraño sueño que había tenido con un dragón alargado de color marrón café de ojos dorados. Se le había aparecido por un momento, pero su visión dejó sin aliento al Fatui.
Para cuando terminó, el sol ya estaba alto, lo que hacía que el sudor de su torso musculado y lleno de cicatrices brillara de manera encantadora. Los pantalones eran un poco cortos por qué eran prestados de uno de sus reclutas, sus ropajes eran demasiado pesados para aquel clima y se negaba a dormir mal las pocas horas que tenía para dormir.
Se acercó a su armario a escoger las ropas más ligeras que tuviera, y se metió en la ducha. Se tomó más tiempo del que debía, le gustaba el masaje que sentía en sus hombros cuando golpeaba el agua, siempre se relajaba cuando se encontraba en contacto directo con aquel elemento.
Una vez terminó, se vistió y se dirigió a la recepción del banco del norte y Ekaterina, la recepcionista y su secretaria personal, le cedió los mensajes y las distintas órdenes de los altos mandos de los Fatui. Los recogió y mientras se dirigía a la sastrería, los fue memorizando para luego destruirlos con su visión de hydro. En aquello sí no gastaba su mora, siempre pedía el papel con peor calidad para poder deshacerlos mejor.
Una vez llegó, hablo un buen rato con el satre para elegir las mejores telas, y con la debida oferta (casi el triple de Mora de lo que tendría que haber pagado) cerró el trato para tenerlo para última hora de la tarde.
Decidió que mientras esperaba, daría un paseo por la ciudad. Quería saber cada una de sus calles por si en algún momento necesitaba salir rápido de allí.
Mientras recorría la ciudad y observaba las tiendas, se encontró con Zhongli.
Estaba acompañado por una muchacha vestida con colores parecidos al de él, pero los detalles del traje eran de color rojo.
-Buenos días- dijo mientras se acercaba a ellos. Ambos se dieron la vuelta, una con sorpresa, mientras el otro lo observaba con calma.
-Oya, ¿y este joven tan guapo?- dijo la muchacha mientras lo observaba de arriba a abajo con una sonrisa traviesa.
Sus ojos carmesí floreados le dieron la sensación de que no era tan inocente como hacía creer.
-Hu Tao, no seas traviesa- la chiquilla le miró mientras se reía inocentemente, como una niña.- Nobile, esta es la directora de la funeraria actualmente.
-¡Hola! Mucho gusto, niño- aquella impertinente le estaba poniendo de los nervios.
-Mucho gusto, si. Zhongli, si no te molesta ¿Podrías acompañarme a hacer algunos recados? Me gustaría aprender más de esta tierra, si a tu compañera no le molesta claro- y miró a aquella niña, que se rió con ganas.
-¡Claro que no! ¡Vayan, vayan! Los jóvenes tienen que divertirse- realmente le estaba poniendo de los nervios esa muchacha.
Zhongli suspiró abatido, Tartaglia no sabía si era por tener que hacerle compañía a él o por el carácter de Hu Tao.
Hu Tao,después de despedirse efusivamente, se fue alegremente a promocionar la funeraria, desparramando lenguas de llamas por el cielo para llamar más la atención.
-Bien, ¿qué es lo que necesitas de mí?- Zhongli se cruzó de brazos mientras observaba al joven pelirrojo.
Tartaglia sabía que antes de hacer ningún movimiento peligroso, necesitaba conocer a su enemigo.
-Me gustaría que me acompañes hasta la tarde, quiero que me enseñes la ciudad y sus tiendas, y más tarde al mejor lago para pescar-
Zhongli levantó una ceja con sorpresa.
-No te tenía por el tipo pescador-
-Bueno, mi elemento es el agua- y se rió de su propia broma.
-Muy bien, te acompañaré. ¿Has visto ya algo de la ciudad?-
-Sí, un poco. Me gustaría saber tu opinión de los mejores lugares para comer y comprar-
-Así lo haré-
Se encontraban cerca de la funeraria, así que primero dieron un paseo por la plaza alta de la ciudad, con sus pequeños puentes y fuentes con peces y nenúfares. Zhongli iba explicando detalles de la ciudad y su construcción, como un verdadero historiador. Tenía una voz grave y bonita, no resultaba aburrido escucharle ya que se explicaba muy bien.
Luego, cruzaron el puente y se dirigieron al Restaurante Wanmin, donde pidieron algunas raciones de pez tigre a la parrilla y camarones de cristal, ambos especialidades de la ciudad.
Cuando llegó la hora acordada, Tartaglia volvió al taller para reclamar su ropa y allí mismo se la puso.
Cuando salió, Zhongli pareció un poco sorprendido por su aspecto.
Lleva un traje de color plateado, con una camisa bordo por debajo de este. Una bufanda de un color un poco más claro, a juego con su máscara de Fatui sobre su cabello, remataba el conjunto. Lo que más le gustaba era la abertura a la altura del ombligo, lo que le daba mayor movimiento al utilizar el arco.
-Un atuendo un tanto... llamativo-
-Todo en mi es llamativo- y sonrió con una sonrisa seductora que hacía que las mujeres más frías de corazón se derritieran.
La respuesta hizo que Zhongli soltara una pequeña risa, lo que hacía que su rostro petreo perfecto se viera más humano. Tartaglia se quedó un momento congelado, pues no esperaba aquella reacción y eso hizo que su curiosidad por aquel hombre aumentara.
-Si quieres ir a pescar, será mejor que nos vayamos ahora, si no, será muy tarde luego- el encanto del momento se rompió, pero eso hizo que las ideas de Tartaglia se despejaran.
Aquel hombre era un escalón más en su objetivo, y no debía distraerse.

La ciudad de los contratos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora