Capítulo 1

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El mar era oscuro en la noche, pero cuando el barco de Tartaglia se acercó a puerto, pudo comprobar que la ciudad a la que llegaba era muy luminosa, incluso ya siendo tan tarde.
Liyue era magnífica, la arquitectura no era para nada parecida a la de Snezhnaya, era todo de maderas de distintos colores, sobre todo rojos y amarillos. Los faroles iluminaban a la gente que iba y venía, ya que era la ciudad portuaria más grande de Teyvat.
Todo era ruido y colores.
Al fin, Tartaglia, agobiado por el calor, se bajó del gran y lujoso barco que lo había trasladado desde su gran y hermosa nación a su castigo.
La ropa que llevaba le incomoda al pegarsele al cuerpo, así que decidio que lo primero que haría al llegar el alba era pedir ropajes más ligeros y transpirables al mejor sastre de aquel lugar. Pero primero, iría a comer.
Se dejó guiar por sus reclutas, que lo llevaron a la casa del té de Heyu, justo debajo del banco del norte y de sus aposentos. El lugar estaba bastante repleto ya que se encontraba recitando cuentos un artista, pero se encontró con una mesa con un solo hombre, así que se acercó y con su sonrisa encantadora y l preguntó
-¿Está este sitio ocupado?-
El hombre tomo un sorbo con tranquilidad de su té y con suavidad le contestó
-No, adelante-
Le resultó extraño su manera de ser, pero aún así se sentó y pidió un poco de comer y un té para sí mismo.
Mientras esperaba la comida, se permitió estudiar a su compañero, que se encontraba con los ojos cerrados.
Tenía el cabello de color marrón, parecido al de las avellanas. Su piel era tersa y suave, pero ligeramente pálida.
Iba vestido con un traje de color marrón con detalles dorados, bastante aburrido, pero dejaba entrever que tenía un buen estado físico.
-Espero que no le moleste mi intromisión, pero ¿porqué se encuentra en Liyue?- le sorprendió que de repente empezara a hablar, pero le agradaba la charla.
-Bueno, en mi tierra natal escuché muchas historias de lo hermosa que era esta tierra y me dije, ¿porqué no? Así que zarpé con sed de aventuras
-Ummm no parece el típico turista
-¿Ah, no?¿Y que impresión doy?-
-A mi parecer, creo que es el tipo de hombre que piensa que el suelo que pisa le pertenece- y entonces abrió los ojos y sus pupilas doradas se clavaron en los ojos de Tartaglia, haciendo que un escalofrío le recorriera la espina de arriba a abajo. Sentía que el mundo se le venía encima y un miedo visceral se despertó en su estómago, uno que no sentía desde su entrenamiento en Snezhnaya cuando solo era un niño.
Aquel hombre no era normal.
Sonrió con desafío. Sabía que para conseguir su objetivo tendría que pasar por encima de aquel caballero. Y eso le excitaba.
Llegó el camarero con su pedido, que hizo que el ambiente cargado se dispesara un poco, lo suficiente para darle a Tartaglia la oportunidad de recuperar la compostura.
-Bueno, espero que para el final de mi visita haya cambiado su opinión. Por cierto, mi nombre es Nobile, mucho gusto- dijo ofreciéndole la mano al desconocido.
Este, en respuesta, miro hacia el frente y mientras se levantaba, contestó.
-Zhongli, y ahora, si me disculpa, tengo que ocuparme de otros asuntos. Le aconsejo que preste atención al cuentacuentos, sus versiones se acercam bastante a la realidad.- y con este último comentario, se marchó, dejando a Tartaglia un insatisfecho deseo de conocimiento.
Pero sabía que aquel no iba a ser su último encuentro.

La ciudad de los contratos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora