Capítulo 6

59 6 0
                                    

Tartaglia amaneció incluso antes de lo que solía. No quería admitir que estaba nervioso, si no que "había entrenado poco, y por eso apenas estaba cansado".
Mientras se disponía a hacer sus ejercicio diarios, recordó que en verdad, era la primera cita que tenía. Por supuesto, sus encuentros amorosos eran famoso por toda Snezhnaya, pero solían ser sus acompañantes los que hacían el primer movimiento; hombres o mujeres eran lo mismo: una herramienta para pasar un buen rato.
Pero Zhongli estaba despertando una parte que él creía dormida, o peor, muerta en su interior. Y aquello lo asustaba pues sus fuerzas para continuar en pie venían de su carácter y su objetivo. Si todo aquello cambiaba su forma de ser desde que lo abandonó todo para proteger a su familia y a su pueblo, entonces ¿quién era?.
Cuando salió el sol, se levantó del suelo y abrió las ventanas para dejar que su luz bañara su rostro. Cerró los ojos y respiró profundo. Su conciencia jamás le permitiría olvidar todos aquellos a los que no pudo proteger aun que durmiera en su tumba más de mil años. Sus recuerdos seguían bien vivos en su memoria y era lo que alimentaba su propósito.
Abrió los ojos ya decidido. Su relación con Zhongli no cambiaría nada. Las cicatrices de su cuerpo eran la prueba.
Se dirigió al baño para asearse, sabiendo como terminaría aquella cita: en una cama y un adiós.
________________________________________

-Buenos días Zhongli- su sonrisa desenfadada era su mejor arma.
-Buenos días, Nobile- Zhongli miró a sus ojos y frunció el ceño.
-¿Sucede algo?- Tartaglia encontró aquello extraño. De lo poco que lo conocía, tenía entendido que Zhongli mostraba poco sus emociones.
-No, nada. ¿Estás listo para irnos?- se dió la vuelta y encanró el teletransporte.
-Por supuesto-
La luz los envolvió y cuando se despejó el ruido de la multitud los recibió. Se encontraban en Mondstadt, la ciudad de la libertad. En frente del teletransporte se encontraba una baranda con vistas a una pequeña plaza con una fuente central. Allí se encontraban dos milicianos de los Fatui, que en cuento reconocieron su presencia y su mirada de desaprobación, se esfumaron.
La ciudad era bien distinta a Liyue: sus edificios eran bajos, de dos a tres plantas y de paredes de piedra. Allí y acá se podían ver parterres con flores que decoraban las calles adoquinadas. Las calles eran más estrechas y toda la ciudad de encontraba refugiada detrás de altos muros.
-Para ser tan pequeña, es muy luminosa- el sol hacia que los muros brillarán con fuerza, todo se sentía muy sereno allí.
-Se diseñó para que fuera fácil de defender, pero su arconte quería que no pareciera una cárcel, ya habían sufrido a manos de un tirano anteriormente; así que decidió que fuera en una península para que el sol llegará directamente sin obstáculos, como árboles o montañas.-
-Y de ahí el título de la ciudad, para que sus habitantes no tuvieran que revivir aquella tragedia-
-Es un buen hombre, pero vive conforme su elemento y es imprevisible- al ver la mirada de interesado de Tartaglia, apartó la vista- Por lo que he oído de Xiao, al menos. Él fue el que le concedió su visión.-
-Ah, ese- al escuchar aquel nombre su expresión se amargó. La interrupción aún no había sido saldada, aun que ya tenía la suficiente información para hacerlo.-Bueno, olvidemos la historia y vayamos a desayunar primero.- sonrió y bajó las escaleras para ir al restaurante que se encontraba allí.
-¡Bienvenidos al Buen Cazador! Mi nombre es Sara, ¿qué puedo servirles hoy?- la muchacha les cedió la carta y pidieron uno de cada uno de los platos- Pueden sentarse en la mesa y enseguida les serviremos- se sentaron mientras observaban a los soldados caminar por la ciudad. Comparado con Liyue, era una ciudad muy tranquila, pero tenía su encanto. Les sirvieron la comida, que disfrutaron mientras Zhongli explicaba un poco más sobre el estilo de vida de los ciudadanos. Al terminar, Tartaglia pagó la cuenta y dejó una generosa propina.
Antes de salir de la ciudad, se dirigieron a la catedral, un imponente edificio, con una estatua en su plaza. Al pie de esta, se encontraron con un grupo de gente rodeando a una muchacha rubia. Ésta, cantaba y bailaba para todos, haciendo a los niños participar. Tartaglia tomó de la mano a Zhongli y lo hizo girar hasta chocar sus cuerpos. Luego le abrazo la cintura y lo inclinó hacia atrás, guiñándole el ojo con una sonrisa encantadora. Zhongli le miró sorprendido durante un momento, pero luego se rió con una hermosa voz grave.
-Pareces un niño reclamando atención, Nobile- empezaron a sonar aplausos, así que rompieron el agarre y aplaudieron a la bonita cantante, mientras Tartaglia sentía que sus mejillas ardían como el fuego. En cuanto la gente empezó a separarse, ellos empezaron a dirigirse a la puerta principal de la ciudad, ya que había decidido hacer un picnic para la tarde. Tardaron más o menos una hora para llegar a Levantamiento. Se sentaron cerca del pequeño río que corría cerca, y se comieron las tostadas del pescador que compraron; a ambos les gustaron tanto que decidieron repetir para llevar. Una vez terminaron, Tartaglia se sacó las botas y se levantó los pantalones para meter los pies en el agua. 
-¿Me acompañas?-
-No, se agradece- unos patos cercanos graznaron y se los quedaron mirando.
Tartaglia empezó a mover los pies y empezó a crear pequeños remolinos en el agua. Poco a poco, empezaron a formarse como pequeños caballos y perros que empezaron a correr en círculo, y Tartaglia tarareó la cancioncita en ruso que acompañaba a las imágenes. Lo hacía casi inconscientemente cuando estaba cerca de aguas tranquilas. Era su canción favorita, desde que era bien pequeño y su madre se la cantaba a él y sus hermanitos. Los caballos y los perros corrían y brincaban, y remolinos de agua y pequeñas esferas los rodeaban.
-Es precioso. ¿Qué dice?- Zhongli tenía toda su atención puesta en los pequeños animales de agua.
-Es solo una apuesta donde unos caballos invitan a unos perros a correr una carrera y quien gane se queda el prado. Pero conforme corren, se van haciendo amigos y terminan todos viviendo juntos- al terminar, saltaban y jugueteaban todos juntos.
Pero entonces pequeñas gotitas fueron cayendo sobre los animales, y una lluvia torrencial cayó sobre ellos repentinamente. Tartaglia se acomodó la ropa y se colocó sus botas y se resguardaron bajo el gran árbol.
-Volvamos a Mondstadt y usemos el teletransporte. Quédate bien cerca de mí- se acercó más a Zhongli y creo un disco de agua sobre sus cabezas para que absorbiera la lluvia. Agarró su mano y empezó a caminar rápido hacia Mondstadt. Llegaron y en el momento se dirigieron al teletransporte, que activaron y volvieron a Liyue. Para cuando llegaron ya era de noche y ambos estaban empapados.
-Buf, menuda manera de terminar una cit- - Cuando Tartaglia miró a Zhongli se quedó sin palabras.
Su cabello se había quedado pegado a su nuca, y al echarlo para atrás para que no le molestara el flequillo a la visión, se le veía perfectamente la cara. Se había abierto la chaqueta y se podían apreciar sus pezones a través de la camisa. Los pantalones estaban más ajustados si cabían a sus esbeltas piernas.
-¿Qué decías, Nobile?- sus miradas se encontraron y Tartaglia supo que había perdido el juicio. Agarró del pelo a Zhongli y le levantó la cabeza para luego besarle con fuerza. Este se trató de resistir empujándolo, pero con la otra mano le sujetó las muñecas y tiró de sus manos para abajo. Ambos tenían los ojos abiertos, uno con deseo y el otro con sorpresa. Tartaglia le acarició con la lengua lo labios, para luego mordisquearselos. Le supieron a gloria, a lluvia fresca y agua dulce, como beber de un manantial. Pero de repente el beso sabía a hierro. Sangre.
Zhongli le mordió los labios con fuerza, y su mirada echaba chispas. Colocó entre medias el escudo y consiguió liberarse.  Sin mediar más palabra, se dió la vuelta y se dirigió a su hogar.
Y Tartaglia se quedó allí con con el pilar de Zhongli y el suyo propio.

La ciudad de los contratos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora