La luna se postraba en lo más alto del cielo como la monarca blanca de un reino bajo sus pies. Era una luna virginal envuelta en misterio, su platónico sol se escondía en un lejano horizonte solo dejando ver una punta de su cuerpo que ya dejaba de existir en la samaria. El velo de su luz taumatúrgica, como si todo fuera arreglado o se tratara de una película, podía ser visto en todo su esplendor blanquecino, pues, la contaminación lumínica era algo que ese día se desconocía. Las estrellas parecían salpicaduras de leche cósmica y luchaban en una contienda a muerte quién podía brillar más. La presentadora de los premios era nada más y nada menos que Cayetana Páez Giacometto, la hija de Juana Iris. Portaba un vestido dorado que brillaba bajo la luz cálida de los reflectores, bajo sus pies la tela del vestido formaba un charco que le seguía como una sombra al caminar. Llegó al atril, todos estaba ya en sus asientos y el silencio era armonizado por la melodía tocada por la banda sonora ubicada en lo más alto del teatro, muy cerca del techo abovedado.
—Buenas noches, damas y caballeros. Bienvenidos sean todos en esta noche especial de celebración de los aclamados internacionalmente, premios PANIM.
El auditorio se sumió en una algarabía de aplausos de los presentes.
Cayetana empezó a dar unas palabras de agradecimiento a todos los allí presentes por asistir a la ceremonia y a Dios por ser el que permitió que todo eso se llevase a cabo. La hija de la fundadora de los premios siguió con la historia de los PANIM, la de su madre. Hace cincuenta y cinco años, en el año de 1967, Juana Iris Giacometto Gómez creó la fundación PANIM que tenía como objeto principal la lucha por los derechos de las poblaciones históricamente más vulnerados. ¿Quién mejor para esto que ella? Una mujer. Una negra. Una persona veedora de la justicia por su criterio, por el criterio de los más atacados, los más excluidos, los menos todo. Su fundación no se hizo esperar de décadas para alcanzar tal potencia porque cada vez era más el poderío y menos el miedo de las poblaciones —que para ella eran sus protegidas— que su fundación buscaba rescatar de las cenizas en las que siempre había estado sometidas. Amplió su labor social a los jóvenes, mujeres y en sus últimos años a la comunidad LGBTQ que para ella eran "Personas, como yo o como otros. Personas con humanidad y sentimientos. Humanos, muchas veces, más humanos que otros. Padres, madres, hermanos, amigos. Nunca más que nadie, y jamás menos que otros". En pocos años había pasado de tan solo ser siete integrantes de la fundación a ser más de mil voluntarios en todas partes del mundo. Gracias a Dios y su familia, Juana Giacometto, pudo ver todo lo que había logrado y el alcance de su voz, de su mensaje. Internacionalmente fue reconocida como una de las personas más influyentes en la historia y del último siglo, tal potestad hizo que su fundación PANIM también aflorara ya no solo como una de las fundaciones más prestigiosas sino también La luna se postraba en lo más alto del cielo como la reina blanca de un reino bajo sus pies. Era una luna virginal envuelta en misterio, su platónico sol se escondía en un lejano horizonte solo dejando ver una punta de su cuerpo que ya dejaba de existir en la samaria. El velo de su luz taumatúrgica, como si todo fuera arreglado o se tratara de una película, podía ser visto en todo su esplendor blanquecino, pues, la contaminación lumínica era algo que ese día se desconocía. Las estrellas parecían salpicaduras de leche cósmica y luchaban en una contienda a muerte quién podía brillar más. La presentadora de los premios era nada más y nada menos que Cayetana Páez Giacometto, la hija de Juana Iris. Lucía un vestido dorado que brillaba bajo la luz cálida de los reflectores, bajo sus pies la tela del vestido formaba un charco que le seguía como una sombra al caminar. Llegó al atril, todos estaba ya en sus asientos y el silencio era armonizado por la melodía tocada por la banda sonora ubicada en lo más alto del teatro, muy cerca del techo abovedado.
—Buenas noches, damas y caballeros. Bienvenidos sean todos en esta noche especial de celebración de los aclamados internacionalmente, premios PANIM.
El auditorio se sumió en una algarabía de aplausos de los presentes.
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Lo malo de ser bueno
RandomLos premios PANIM son el máximo reconocimiento de paz a nivel mundial que puede recibir una persona. Cinco personas de al rededor del mundo son nominadas para la gran noche de premiación. Leonardo, de Colombia. Lesya, de Ucrania. Isabelle, de Estado...