¿Y cómo se supone que tenemos que ser?

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Vida adulta.
Ay dios, desde que eran adolescentes soñaban con ese momento, pensaban que serían más maduras, guapas, independientes y sobre todo más felices.
Pero no fue así.
Porque aunque hubiesen crecido, ambas tenían el espíritu de unas chicas de 16 años llenas de esperanzas, metas por cumplir y unos pocos y no tan placenteros amores de la tan terrible y confusa adolescencia.
Sus padres las llamaban a menudo, ellas alardeaban con sus amigas de su nueva casa y vida, mientras tomaban el café o iban de compras, pero no podían ser más infelices.
Tenían muchas expectativas, como cuando vas al cine a ver tu película favorita de romance y acaba siendo un total desastre.
Discutían a menudo.
"!VALERIA! Deja ya ese móvil y lava los platos, te toca, hoy es miércoles"

Una vez, estando en el sofá mirando el programa de cotilleo de por la tarde, empezaron a contarse la una a la otra como se sentían con todo esto.
-Mira Sandra, de verdad que intento hacerlo lo mejor que puedo, pero ya sabes que me cuesta compaginar mi carrera, con la vida laboral y aconsejar y ayudar a Chiara.
-Primero, Chiara nunca te va a escuchar y lo sabes.
Segundo, ¿cuándo vamos a dejar de mentirles a nuestros padres?
Esto es un desastre.
Intentó no enfadarse, Sandra a veces puede llegar a ser muy fría y no siempre tiene en cuenta sus sentimientos.
Pero ya eran adultas, no pueden quejarse por ahí de que su casita de ensueño no es como en sus fantasías.
"Si eran adultas, pero no se sentían como tales, y todo esto no hace más que empeorar, ¿cómo se supone que deberían ser?

Hasta que las rosas se acabenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora