Capítulo 5

322 39 11
                                    

—¡QUE SE JODAN! —gruñó con pocos ánimos, pues el hecho de haberse quedado atrás de sus compañeros cruzó el límite de su irritabilidad, y ahora su maldito camino se había cruzado con una impenetrable barrera que no tenía un puto sentido.

El bosque que les había recibido hace más de un día era un completo laberinto del que no tenía ningún conocimiento de cómo cruzar, y ahora Izuku había desaparecido de su vista.

Todos habían desaparecido de su condenada vista, siendo este escenario incluso peor que perder a su condenado caballo.

Sin embargo, aquella barrera que se levantaba imponente frente a él era suficiente como para darse a conocer.

Tal vez podría llamar la atención de sus estúpidos compañeros de travesía (quienes habían osado dejarlo atrás) para hacerlos venir a su posición, o tal vez, su intención simplemente se había convertido en atravesar la barrera para dar rienda suelta a su espíritu guerrero y aventurero.

En realidad no importaba su motivación en ese preciso momento, sino únicamente su instinto por salir rápidamente de aquella incipiente ansiedad por encontrarse solo en un jodido y extraño bosque.

Así que tomó su espada, y después de unos segundos de controlar su respiración, simplemente golpeó con salvajismo la barrera, generando un estridente eco y una onda expansiva que lo repelió en menos de un segundo a casi más de dos metros de distancia.

Y mientras Katsuki Bakugō retrocedía, cerraba los ojos con fuerza, y apretaba la mandíbula con brutalidad, él podía reconocer internamente que su madre, la cabeza de aquel reino que él tanto deseaba proteger, con muchas probabilidades a su favor, tendría razón.

Ese dragón debía de existir, y quizá con qué otras cosas se encontraría más allá de aquella barrera.

Fue por eso que no le importó ser despedido hacia atrás una segunda vez, ni recibir el aturdimiento de sus extremidades una vez que su espada golpeó por tercera vez la barrera, porque Katsuki podría estar seguro que aquel tercer golpe había conseguido debilitar aquel extraño material frente a él.

No obstante, cuando apenas habían pasado un par de segundos y el rubio se disponía a golpear por cuarta vez la barrera, sus extremidades se arrepintieron de realizar la acción incluso antes de que su mente captara la amenaza que representaba tener frente a él a un enorme y feroz lobo que lo fulminó con la mirada a menos de cinco jodidos metros de distancia.

Su cuerpo se congeló en un sólo instante, y fue incapaz de volver a golpear la barrera únicamente movido por la sensatez de no querer morir al sufrir el ataque de aquel animal que superaba su altura (aún de pie en cuatro patas) quizá en medio metro.

Eso no impidió que le mantuviera la vista a aquel animal, y aunque no alcanzó a cuestionarse si acaso la barrera era bidireccional y que el animal allí no podría atravesar la barrera para atacarlo, el rubio apoyó su mano sobre la barrera en una absurdo intento de crear contacto con la bestia que le mostraba los dientes en una incuestionable amenaza.

Sin embargo, realmente no fue capaz de identificar cuánto fue el tiempo que pasó en trance al observar a aquel animal, hasta que fue el grito de Izuku Midoriya quien lo sacó de su embelesamiento al acercarse a él con apremio, corriendo con urgencia desde su mismo lado de la barrera, y haciendo un extraño gesto con una mano mientras la otra presionaba su cuello...

era como si le dijera en algún extraño código que intentaba arrebatarse el corazón.

—¡Kacchan!... ¡No golpees la barrera! —gritó antes de abalanzarse sobre él, mientras el rubio se percataba que sus pasos eran seguidos por otro hombre.

The Guardians [AU Medieval x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora