Nobles y guardianes.
Eso eran Rumi Koyama y Eijirō Kirishima.
La familia de la mujer era realmente querida por su gente, pues líderes guiaban con sabiduría al pueblo y conseguían mantenerlo a salvo de los peligros a los que se exponían.
Eijirō Kirishima era un respetado guardián de las bestias.
No sería una sorpresa que una mujer de la nobleza se uniera a un hombre como él. Sin embargo, una pequeña parte de Eijirō Kirishima no conseguía el sosiego que estaba seguro debía experimentar en su relación con aquella especial compañera.
Y es que, algunas veces el corazón se le encogía al ver los atardeceres a su lado y reconocer que ella jamás le había dirijido la mirada como lo hacía cada vez que observaba más allá de la barrera.
No existía registro alguno de haberse abierto en décadas —y tal vez siglos—, y ciertamente nadie en su pueblo deseaba averiguar qué había más allá, pues existía el pensamiento colectivo de que del otro lado sólo podía existir más destrucción de la que conocían.
Sin embargo, su larga relación con aquella mujer le había permitido conocer la verdadera historia detrás de la barrera, y comprender el especial carácter de la joven que amaba.
Ella se preparaba para el día en que aquella barrera se esfumara, aún si aquel suceso nunca sucediera bajo su generación.
Tal vez, y con un poco de suerte (bajo los egoístas pensamientos de Eijirō), los problemas futuros de aquel mundo alcanzarían a sus tataranietos.
Sin embargo, aquella realidad desconocida se encontraba frente a él aquí y ahora, convertido en tres hombres que decían tener un fin y objetivo común.
Poco se podría decir de la reacción del pelirojo —convertido en un mero observador tan pronto como otros nobles se presentaron al borde de la barrera— mas que decir que tal vez, la decepción le abordó al reconocer que la hazaña de ser el primer hombre en siglos en cruzar la barrera nunca sería recordada.
—Ha sido imprudente.
Fueron las únicas palabras que Rumi Koyama le dirigió mientras restregaba un paño húmedo con delicadeza sobre su raspado antebrazo lastimado por la brutal caída sobre el misterioso sujeto de ropajes verdes.
—No les permitirán entrar, ¿cierto? —mencionó él sabiendo que Rumi no tenía incidencia en la decisión a su cuestionamiento, pero claramente su posición estaría tan comprometida como la de él frente a la determinación de los sabios del pueblo.
Ella evitó mirarle a la cara, y sólo pudo encogerse de hombros para continuar su delicada labor de curandera.
—¿Tú estás bien? —insistió el pelirojo incorporándose de su asiento hecho de roca para apoyar una de sus manos sobre el hombro de la mujer mientras intentaba conectar su mirada con la de ella al sostenerle de su quijada con preocupación.
Entonces, le vió salir.
El más arisco de los extraños salió de la improvisada tienda que se había instalado en tan solo una hora a un lado de la barrera, para que los líderes pudieran evaluar la situación futura de aquellos tres que habían conseguido cruzar la barrera que separaba sus realidades.
El contacto de miradas entre ambos hombres fue instantáneo, y perduró los suficientes segundos como para que a Eijirō Kirishima se le apretara el estómago y sus sentidos de alarma llegaran a tope.
Katsuki Bakugō no tenía cara de buenas migas, y su mirada profunda se frunció aún más cuando su visión del hombre y la mujer le permitió llegar a la conclusión de que la cercanía entre ellos dos significaba que eran pareja.
El rubio rechistó con evidente mala gana, pero no evitó acercarse a ambos como para demostrar que sus próximas palabras serían para dirigirse a uno de los dos.
—¿Tienes otro de esos trapos? —señaló con su índice la prenda que Rumi utilizaba para desinfectar la herida del brazo de Kirishima.
Aquella pregunta pudo haber dado paso a una conversación más amigable de lo que en realidad sucedió, pues mientras la mujer daba vuelta sobre su eje para dirigirle la mirada, el pelirrojo creó una evidente barrera entre Katsuki y ella.
Rumi Koyama también creyó leer las intenciones del rubio, y por eso tomó con una delicada y extraña rapidez su espada para sostenerle la mirada por largos segundos al intruso.
Katsuki Bakugō llegó a la conclusión de que ninguno de esos dos era un idiota alguno, pues en otro contexto, él realmente se hubiese aventurado a robar la espada de otro para ir al ataque y zafar de la situación en la que se encontraba.
Sin embargo, algo más había llamado su atención, y en realidad la de todo aquel tuviera ojos funcionales.
El tenso ambiente en aquel segundo encuentro era evidente, pero luego de observarse mutuamente por largos segundos, la mujer finalmente habló con serenidad y completa autoridad.
—Los hombres de allá te guiarán a un lugar donde tratar tu herida.
El codo del rubio sangraba por el golpe que le provocó el aventurero sobre la tierra.
Katsuki Bakugō dirigió su mirada al lugar donde apuntaba Rumi, asintiendo rápidamente con una extraña apacibilidad de la que Izuku Midoriya no fue ajeno al salir también de la tienda.
La postura estoica del heredero a Rey no se perdió ni un solo instante, aunque su falta de acción frente a la respuesta de ella comunicaba que el sujeto analizaba meticulosamente cada acción y palabra que sería ejecutada.
La sangre comenzaba a hervirle a Eijirō Kirishima, pues tanto él, como cualquiera de la docena de nobles que había hecho acto de presencia en aquel lugar, eran conscientes de la similitud de las ropas que el extraño portaba con las que sólo eran utilizadas en eventos sagrados en su pueblo.
Ni siquiera Todoroki o Midoriya causaron tanto revuelo como el hombre de profundos ojos carmesí, que lejos de poder considerarlo como un aliado, se había vuelto una real amenaza para cualquiera que le viera a los ojos.
Todo el mundo allí había llegado implícitamente a esa conclusión.
El viento arreciaba en aquel extraño atardecer revoloteando los cabellos espigados de aquel imponente hombre.
Una extraña trompeta dio eco en el lugar, por lo que Eijirō volteó su mirada para ir en busca del punto que hacía llamar la atención.
La situación en general había dado un profundo vuelco, y Katsuki Bakugō era el más consciente respecto de las implicancias de aquel fortuito encuentro.
Él ya sabía que las historias de su madre eran ciertas.
Él,
Y Rumi Koyama.
Los sabios y nobles habían tomado una decisión que sería anunciada para todo aquel que se encontrara en aquel lugar.
El trapo que ella cargaba en su mano también podría haber sido útil para limpiar al rubio. Sin embargo, siendo fiel al hombre a su lado que le amaba con todo su ser, la prenda húmeda fue lanzada a propósito sobre la tierra.
Rumi daría un primer paso para dirigirse a sus líderes, quitando lentamente su mirada de la de Katsuki Bakugō. Sin embargo, cuando él dejó de ser observado por ambos adultos que se alejaban para escuchar la determinación que él ya conocía, habló sin tapujos comenzando su propio camino.
—Tu espada se parece a la mía...
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The Guardians [AU Medieval x OC]
FanfictionLa leyenda en torno a un ser mitológico es tanto la causante de la guerra, como la solución a ella. El tiempo corre, y salvar el reino al que pertenece cada protagonista depende de qué tan lejos lleguen sus instintos guardianes. AU adulta. Violen...