Desaprobación

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---¡¿Estas loca?!--- exclamó Susana.---No puedes dejar la escuela.

---¿Quién dijo que voy a dejar la escuela?, dije que solo en las tardes.---

---Si, pero se te hará complicado, ultimamente los maestros tienen más ganas de joder. Además, no tienes edad para trabajar.--- expresó ella fastidiada. ---No quiero que te estreses más.

---Lo se, pero de verdad lo necesito, por mamá. Además, no creo que alguien se de cuenta, se que tu mamá no se negará, y ya tengo 16. Me las arrglaré, siempre lo hago.

---Está bien, le comentaré a mamá y te dejaré saber su respuesta.

---Gracias, de verdad.

---No tienes nada que agradecer. Siempre estaré para tí, como tú lo has estado para mí. Te quiero, tonta.

---Yo también, cursi---- comenzamos a reir.

Tuve que terminar la llamada porque quería levantarme, aunque todavía era temprano, quise madrugar para preparar el desayuno.

Media hora más tarde mi madre entró a la cocina, al ella ver el desayuno preparado y puesto en la mesa me sonrió, la satisfacción en su rostro fue más que suficiente para hacerme sentir bien.

---Cariño, no tenías porque hacerlo, sé que has estado agotada con la escuela---

----No pasa nada, apenas y está comenzando el semestre--- ella se acercó a mi y me depositó un beso en la frente. La pesadez en sus ojos se notaba a leguas.

---No se que haría sin tí, siempre me estas hechando la mano--- colocó sus manos en mis mejillas.

---Siempre te daré la mano---le sonreí ---Ahora siéntate en la mesa, que yo iré a levantar a Elina y a papá--- ella asintió y procedió a sentarse en el comedor.

Subí las escaleras en busca de mi hermanita, que de seguro debe de estar en el más allá. Giré la perilla de la puerta con cuidado para no hacer mucho ruido y despertarla de momento. Me acerqué con cuidado a su cama y observé a mi hermanita descanzar placidamente como un angelito. Es lo más adorable que hay en este mundo.

--Elina, despierta, que ya está el desayuno--- la removí suavemente.

---Mmm, ya voy--- respondio ella. Su voz soñolienta me causó un poco de gracia.

Ella se sentó en la cama, colocó sus manos a sus costados, se impulsó un poco y luego se deslizó por las sabanas hasta llegar al suelo. Agarró la parte de atrás de su pijama y la haló para que el resto de la misma se librara del enredo entre sabanas. La pijama le quedaba como cortina. Frente a mí, se acercó y me abrazó con mucho amor, yo me dispuse a colocar mi mano en la parte de atrás de su cabezita, acariciando su cabello como un gesto de cariño.

---Vamos.

---Si--- me respondió ella.

Levanté a mi padre y bajé primero con mi hermana agarradas de las manos. La ayudé a sentarse en la silla del comedor, pues era un poco alta para ella.

---Buenos días mis amores, ¿cómo están?--- preguntó mi padre con una sonrisa mientras bajaba las escaleras.

---Bien, gracias a Dios--- respondió mi hermanita con entusiasmo. Nos hechamos a reir.

---Mis amores, estaré fuera unas semanas por cuestiones de trabajo con mi hermano quien me lo ha dado.--- nuestro padre se dirigió a mi y a mi hermanita.

---¿Y cuándo te vas?--- le preguntó mi hermana con tristeza.

---Mañana, pero no se preocupen, estaré en contacto con ustedes todos los días hasta mi regreso.---

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