Mary Miller
Son las 5:30 p.m. de la tarde y me encuentro recogiendo y limpiando la repostería junto a Belinda, la mamá de Susana. Ahora que comencé a trabajar con ella me quedo más tiempo para ayudarla a cerrar y a cuadrar la caja. Ha sido bueno para mí, solo estoy por las tardes los lunes, miércoles y viernes. Me ayuda a despejarme y lo que gano se lo doy a mi madre, ella lo necesita más que yo en estos momentos.
---Muchas gracias--- expresó Belinda, con una sonrisa muy dulce.
---Es mi trabajo señora--- le respondí con la misma sonrisa.
---Esto no te toca, haces de más--- me fulminó de manera divertida con la mirada.
---Lo sé, pero lo hago porque me gusta ayudarla. No espero que me aumente el salario--- le aclaré con total sinceridad.
---Lo sé, y te lo agradezco, pero no me gusta que llegues tarde a tu casa, y menos como estan las cosas, tiroteos por todas partes. Además, tienes tareas y trabajos de la escuela.
---No se preocupe, siempre me las arreglo.--- comenté, mientras depositaba el mapo y el balde que había estado lleno de agua sucia, de la cual me deshice, en su respectivo lugar. Para luego dirigirme hacia la entrada principal y salir, no sin antes haberme despedido de ella.
Cogí mi bicicleta y partí rumbo a mí casa mientras escuchaba "Emotionless" de Ashley Kutcher.
Hoy la tarde está hermosa, y mi pueblo hoy se encuentra tranquilo. Incluso pasando por sus calles que recurrentemente se encuentran sombrías, y más por la neblina que tanto envuelve al pueblo de Venian. En la que en varias esquinas de sus calles hay puntos de droga. En especial en los callejones sin salida, que primeramente, se muestran como laberintos. Esto solo en una parte del pueblo. En donde yo vivo es mucho más tranquilo y amigable.
Después de tanto admirar las calles llegué a mi casa, dejé mi bicicleta en una esquina, saqué las llaves de la puerta y las introduje en el cerrojo con cierta emoción al perccibir ese aroma agradable. Cuando abrí la puerta el olor a café recién colado inundó mis fosas nasales. Inhalé con cierta nostalgia ese aroma tan delicioso, hacía tiempo que no bebía un café, en especial uno preparado por mi mamá. Hace un par de semanas que apenas y se animaba a comer o a beber algo. Si no es porque yo y el resto de mi familia la presionamos, de seguro no tomaría ni agua. Solo piensa en como ajustar las cuentas mientras trabaja horas extra. Mi padre aún sigue presionando para que le suban el sueldo, como debieron haber hecho hace tiempo.
---¡Ya llegué mamá!--- exclamé desde la sala, mientras depositaba las llaves en el portallaves.
---¿Cómo te fue hoy?--- preguntó ella desde la cocina.
---¡Muy bien!--- le respondí, mientras me quitaba los zapatos. --- Hoy estuvo tranquilo en la escuela y en la repostería--- los dejé en una esquina de la sala para que no estorbaran.
---Me alegro--- respondió ---Preparé un poco de café y galletas--- añadió ella.
---¡Ay si!--- me relamí los labios, tenía tiempo que tampoo comía de sus deliciosas galletas.
Llegué hasta la cocina y me acerqué a ella para regalarle un tierno beso en la frente. De pronto sentí unos pequeños bracitos rodearme la cintura. Bajé la mirada y ahí vi a mi hermanita, que me sonreía con dulzura, se veía tan tierna con esos cachetitos.
---Que bueno que llegaste, ahora podremos jugar a las princesas perdidas en el país de Nunca Jamás.--- dijo ella con mucha emoción.
---Ahora no nena, tu hermana tiene tareas por hacer--- le recordó mamá, miemtras le dedicaba una mirada "tristona".
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Sentir
RandomMary Miller, una chica de 15 años que se siente sola estando rodeada de mucha gente, quiere vivir y sentirlo todo, en especial ese amor de película del que muchos hablan. Ella quiere amar y ser amada, ella quiere que las emociones fluyan por cada fi...