Una visita inesperada

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-Es una casa increíble,todavía no me puedo creer que la hayas podido conseguir a tan buenprecio.

-Ya ves Silvia enocasiones soy infalible, más aún cuando mi escritora estrellanecesita un lugar tranquilo para escribir su nuevo bestseller.

-En un lugar como este lainspiración va a llegar sola, y dime una cosa ¿quién te alquilo lacasa?

-¿Por qué lo preguntas?

-Bueno es que me extrañaque no haya venido nadie a darme las llaves ni a enseñarme la casa,no sé me ha parecido un trato algo frío eso de enviar un emaildiciéndome que la llave estaba debajo de la maceta.

-Pues si te sirve deconsuelo conmigo ha sido igual de frío, un emailcon el número de cuenta y la dirección de la casa.

-Pues si que es extraño,pero bueno ya estoy aquí y voy aprovechar el mes a tope- dijo Silviamientras quitaba la sábana blanca que cubría el sofá del salón.

-¿Y cómo está elinterior de la casa?

-Bien llena de sábanasblancas por todas partes cubriendo todos y cada uno de los muebles.

-Pues si que vas a tenertrabajo tu primer día.

-Sí, pero sabes lo másextraño de todo.

-¿qué?

-La mesa del comedorestaba puesta.

-¿Cómo que puesta?

-Sí había colocada todauna cena de diversos platos y botellas de vino.

-¡Qué maravilla! Seguroque el dueño te ha querido dar la bienvenida como es debido.

-¿Con una cena caducada?

-¿caducada?

-Sí esa cena llevabapuesta sobre la mesa más de un año, es como si los anteriorinquilinos se hubieran ido de repente dejando todo atrás.

-Tonterías, seguro quetendrá una buena explicación.

-No sé yo – contestóSilvia quitando otra sábana – te voy a dejar por ahora Nataliaporque tengo que arreglar un poco la casa antes de preparar la comiday empezar a escribir.

-Sí son casi las cuatrode la tarde, no olvides llamarmemañana temprano para decirme que tal has pasado la primera noche.

-De acuerdo jefa.

-Que te sea leve lalimpieza.

Mientras Silvia ponía elmóvil sobre la mesa de madera de pino del salón escuchó comollamaban a la puerta.

-¡Qué raro! No esperabaa nadie hoy y menos en este lugar perdido en medio de la nada.

Mientras Silvia iba hacíala puerta de entrada un terrible escalofrío le recorrió el cuerpode arriba a abajo. Cuando llegó a la puerta por un instante dudo enabrir, pero al volver a escuchar los golpes en la puerta no se lopensó dos veces y abrió. Para su sorpresa allí no había nadiesolo niebla y un frío helado que le llegó al último hueso de sucuerpo. Miro por todas partes una y otra vez y solo vio niebla y másniebla, pero ningún rastro de vida por ningún sitio.

-¡Qué raro! Juraría queescuché como llamaban a la puerta – dijo Silvia cerrando la puertarápidamente.

Tras este misterioso paróndecidió volver al salón para continuar con la limpieza antes desubir a la planta de arriba para arreglar su cuarto para dormir.Estaba distraída limpiandoel polvo de la enorme chimenea que presidía el salón paraencenderla y calentar un poco el ambiente cuando escuchó un fuertegolpe en la planta de arriba y unos pasos. En un primer momento noquiso dejarse llevar por el pánico, pero al volver a escuchar denuevo el mismo golpe seco en el techo su corazón empezó a latir amil por hora.

-¿Quién anda ahí? -gritó Silvia sin obtener ninguna respuesta – salga enseguida dedonde quiera que esté – gritó de nuevo sin obtener respuesta.

Lentamente se acercó a laescalera y miro hacia arriba esperando ver algo, pero nada, allí nohabía nadie solo ella y aquel misterioso ruido. De repente, algollamó su atención, un gato negro bajaba lentamente por lasescaleras mirándola fijamente con sus enorme ojos verdes. Silvia sequedó paralizada mirando al gato que paso a paso llegaba a suencuentro al final de la escalera. Una vez allí empezó a ronroneary dar vueltas alrededor de una asustada Silvia que miraba al gato conlos ojos aún dilatados por el miedo que había pasado segundosatrás.

-¿Seráposible? Me has dado un susto de muerte pequeño ocupa –dijo Silvia mientras cogía al gato del suelo para verlo mejor. -Eres una autentica monada pequeño granuja azabache.

-Si que lo es – dijo unavoz masculina que hizo que Silvia se diera la vuelta violentamentecon el gato aún entre sus manos. Nada más hacerlo se encontró defrente con un hombre de alrededor de cuarenta años con el pelocastaño oscuro y unos impresionantes ojos azules que por un instantedejo bloqueada a una asustada Silvia.

-¿Se puede saber quien esusted y que demonios hace dentro de mi casa? - logró decir nada másrecuperar la compostura.

-La puerta de la entradaestaba abierta y al escuchar voces decidí entrar, hace tanto tiempoque no vive nadie en esta casa que me sorprendió.

-¿Cómo que abierta? -gritó Silvia – yo siempre dejo la puerta bien cerrada con llave esimposible que estuviera abierta.

-Pues yo le aseguro que loestaba.

-Bueno dejemos eso ahora¿se puede saber quién es usted?

-Soy Ricardo Jiménez suvecino, bueno vecino es un decir porque vivo a medio kilómetro deaquí, pero como si lo fuera.

-Y se puede saber ¿quéhace usted en mi casa?

-Pura curiosidad, vi sucoche aparcado a pocos metros de mi casa y supuse que lo habíadejado allí para acceder a pie a esta casa que es la única que hayaparte de la mía por la zona. - mientras hablaba se sentó en uno delos sofás del salón.

-No le he dado permisopara que se siente señor Jiménez, es más me gustaría que se fuerade aquí inmediatamente antes de que llamé a la policía.

-No la llame porque a estelugar no llegan ni las moscas, además solo he venido para hacerleuna visita amistosa, nada más.

-Pues ya la ha hecho ypuede marcharse ya – protestó Silvia señalandola puerta de entrada con la mano.

-¿Está aquí con sufamilia, novio, marido?

-No creo que tenga queresponder a esa pregunta.

-Eso quiere decir que estáusted sola ¿está usted loca o qué? Este lugar no es el sitioidóneo para estar sola es que no conoce la leyenda de este lugar. -gritó Ricardo poniéndose en pie para mirar fijamente a los ojos aSilvia que asustada se había quedado paralizada.

-¿Qué leyenda? ...







La casa de la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora