Primera noche en la casa de la niebla

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-La leyenda de la dama sinrostro – contestó Ricardo volviéndose a sentar en el sofá.

-La leyenda de la dama sinrostro ¿me está tomando el pelo o qué? - gritó de nuevo Silviaperdiendo cada vez más los nervios. -No le he dado permiso para quese vuelva a sentar en mi sofá, es más me gustaría que se fuerainmediatamente de mi casa.

-Veo que es de las que lecuesta creer.

-Creo en lo que he decreer no en tonterías como el de la dama sin rostro, así que si notiene nada más interesante que decirme puede ir saliendo de mi casade una vez.

-Está bien me voy ya,pero recuerde que vivo justo al borde de la carretera a pocos metrosde donde aparco su coche por si necesita ayuda – dijo Ricardomientras salía a toda prisa de la casa y cerraba la puerta a supaso.

-¿Será posible? Estetipo es todo un personaje, se mete en mi casa sin permiso y luego meofrece sus servicios como guardaespaldas, lo que una tiene que oír.




Una de lamadrugada del primer día en la casa de la niebla.



Silvia se había quedadodormida escribiendo mientras veía la televisión que había puestofrente a la cama. Allí no llegaba la señal del tdt, pero se habíallevado una buena colección de películas. Estaba perdiéndose en elprimer sueño cuando sintió que algo se movía a su alrededor. En unprimer momento no quiso hacer caso pensando que era su imaginaciónadormilada pero al sentir un ligero roce helado en su brazo izquierdoabrió los ojos rápidamente.

Nada más hacerlo vio quetodo estaba igual, la televisión estaba puesta y no había nadafuera de su sitio en la habitación. La luz estaba apagada pero seveía perfectamente debido al resplandor de la tele y de la lunallena que entraba por el ventanal.

-Seguramente ha sido unsueño – se dijo así misma Silvia volviendo a cerrar los ojos paradescansar.

Estaba de nuevo volviendoa coger el sueño cuando escuchó otro pequeño golpecito a pocospasos de ella. Parecía como si alguien hubiera puesto un vaso decristal sobre la mesilla de noche, pero allí no había nadie soloella.

-Debo de estar volviéndomeloca – dijo Silvia mientras se levantaba de la cama y iba directa ala puerta para ir a la cocina a por agua. Estaba poniendo la manosobre el portillo para abrir cuando volvió a escuchar otro golpedetrás de ella, está vez parecía como si una pequeña cucharillase hubiera caído. Tras esto se escuchó como se rompía un vaso decristal en el suelo, pero por más que Silvia miraba no veía nada.


Cansada ya de todo estoencendió la luz y empezó a mirar por todas partes en busca del vasoy la cucharilla, pero allí no había nada por ninguna parte.Mientras Silvia continuaba buscando el dichoso vaso roto por todo elsuelo vio como la puerta de la habitación se abría sola lentamente.Tras esto se empezaron a escuchar pasos, pasos cortos y contundentesde mujer, Silvia estaba segura que eran de mujer porque se escuchabael taconeo típico de unos zapatos elegantes de salón. Quizás estadescripción estaba fuera de lugar pero la mente de Silvia estaba tannublada por lo que estaba sucediendo que corría en una direcciónopuesta a la razón.


Cuando los pasos salieronfuera del cuarto se escuchó un ligero silencio y la puerta se volvióa cerrar haciendo que temblarán todos los cimientos de la casa.

Silvia se quedo allíparada con los ojos como platos diciéndose a si misma que desde quehabía llegado no había sentido tanto miedo como el que sentía enaquellos momentos. Se sentó en el suelo y se quedo allí quieta sinquitar un ojo de la puerta mientras los pasos se escuchaban firmes ycontundentes bajando lentamente por la escalera.

La casa de la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora