Marcos, el camarero

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Nada más llegar al pueblomás cercano y antes de ir a hacer la compra Silvia entró en laprimera cafetería que vio a pedir un café. Había salido tan rápidode la casa que ni había podido desayunar. Nada más entrar todo elmundo se le quedo mirando, seguramente sabían que era la nueva, lanueva habitante de la casa.


-Buenos días me sirve uncafé con leche sin azúcar y bien cargado por favor.

-Enseguida- dijo elcamarero sin apenas mirarla a la cara.


En cuestión de segundosle trajo el café y se lo puso sobre la pequeña mesa de madera conmucho cuidado. Estaba a punto de irse cuando Silvia llamó suatención.


-También me gustaríatomar un sándwiches mixto.

-Enseguida.

-Y otra cosa.

-Dígame.

-¿Por qué me miran deesa manera?

-Porque usted es la últimainquilina de la casa maldita de la niebla.

-¿La casa maldita?

-Veo que no conoce lahistoria.

-¿De qué historia mehabla?- preguntó intrigada Silvia.

-Espéreme a las doce enla cafetería que esta justo al lado de la biblioteca – sin decirnada más le dejo el sándwiches en la mesa y se dio media vuelta yvolvió a la barra.



Doce del mediodía


-¿Se puede saber por quéme ha citado en esta cafetería si usted trabaja en una?

-Ya se sabe en casa delherrero cuchillo de palo, además aquí hacen unos bocadillos muybuenos.

-¿Y bien? - dijo Silvianada más sentarse en una de las mesas.

-¿No va a comer nada?

-No tengo hambre –contestó Silvia.

-Tonterías, Alfredo traedos bocadillos con todo y refrescos, invito yo – gritó el camarero– por cierto mi nombre es Marcos.

-Encantada Marcos, el míoes Silvia ¿podemos ir al grano de una vez? Tengo muchas cosas quehacer y entre ellas no está comer con nadie.

-Y bien señorita Silviano como con nadie, cuéntame como va su estancia en la casa, imaginoque no muy bien puesto que trae unas ojerashorribles y un humor de perros.

-Creo que será mejor queme vaya – gritó Silvia levantándose de la silla.

-¿Imagino que ha visto yaa la chica de la escalera? Y que las noches son más movidas de lonormal ¿o me equivoco?

Silvia al escuchar aquellodio media vuelta y se sentó de nuevo en su sitio - ¿cómo sabeseso?

-Lo sé, porque mi hermanoy su mujer desaparecieron de esa maldita casa hace dos años. Él mecontaba todas y cada una de sus experiencias en esa casa y nunca lehice caso. Pensé que era víctima de alucinaciones o yo que sé, yno le tome en serio hasta que desapareció sin dejar rastro.

-Pero ¿qué tiene que vereso conmigo?

-Dígamelo usted ¿quétiene que ver con usted?

-El año pasadodesapareció un chico en el bosque, hizo una apuesta con sus amigos yno volvió a aparecer jamás.

-Tonterías, eso no tieneque ver conmigo, me voy de aquí necesito hacer algunas cosas antesde regresar a la casa.

-Recuerde esto señoritaSilvia, la casa tiene vida propia debido a todas las almas incautasque se ha comido, en el momento que no pueda más no dude enllamarme.

-Pero no tengo su número.

-Lo tiene grabado en elmóvil.


Silvia comprobó la agendadel móvil y vio que efectivamente el teléfono de Marcos el camareroestaba allí – pero ¿cómo los has hecho?

-Eso es lo de menos,utilizalo cuando lo necesites – dijo dando un bien mordisco a subocadillo.


Silvia salió de lacafetería, necesitaba coger aire, antes de irse dio media vueltapara despedirse de Marcos, pero allí no había nadie sentado, soloestaban los dos bocadillos sobre la mesa y uno de ellos con un buenbocado.


La casa de la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora