Sin vida a mi alrededor

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Tras un rato corto detranquilidad en el que Silvia aprovechó para darse un baño ycambiarse de ropa el móvil volvió a estar operativo y empezó asonar.

Silvia fue rápidamentehacía la mesilla de noche y miro la pantalla y vio el número de surepresentante literaria.

-Silvia por fin, creí quete había tragado la tierra, llevo horas intentando contactarcontigo.

-Lo siento la verdad esque no sé que pasa en esta maldita casa que por las noches no hayningún tipo de señal, ni de televisión ni de teléfono y muchomenos Internet.

-Ya te dije que no erabuena idea lo de irte de retiro a esa casa, pero claro mi opiniónnunca es tenida en cuenta y hay ocasiones en las que se presentanbuenas oportunidades y no hay manera de contactar con laprotagonista, o sea, tú.

-¡Lo siento! Pero bueno¿qué te parece si hoy nos vemos? Tengo intención de ir al pueblomás cercano a comprar provisiones y quizás te venga bien.

-No hoy la verdad me vienefatal, tengo varios contratos que ver antes de firmarlos y ademástengo dos reuniones importantes en dos editoriales interesadas en dosde tus libros.

-¿Qué? ¿qué libros? -gritó Silvia emocionada.

-Por ahora no puedodecirte más, pero lo que si te puedo adelantar es que si aceptan vaa ser muy bueno para ti y también para mí.

-No seas tan mala conmigoy no me vayas a dejar ahora con la intriga – suplicó sin resultadoSilvia.

-Tú procura tener elmóvil preparado para esta tarde por si acaso.

-Pues tú procura que nosea muy tarde, ya sabes que en este lugar las noches son como de otroplaneta y no hay ni electricidad.

-Vale intentaré que sealo más pronto posible, bueno te dejo tengo mucho que hacer.

Y listo, en ese momento enel que su representante colgó la soledad y el silencio de aquellamaldita casa volvió a estar presente.

Era algo tan insoportableaquella horrible sensación de vacío que Silvia cogió su bolso ylas llaves de su coche y salió rápidamente de la casa para coger unpoco de aire fresco. Necesitaba salir de allí cuanto antes paravolver a respirar vida porque desde que había llegado a aquel lugarla muerte fría y siniestra la sentía por todas partes y a ella solole gustaba sentirla en sus libros de terror, porque allí cuando laquieres dejar atrás solo tienes que cerrar el libro o el documentodel ordenador, pero aquí era imposible cerrar nada.

Mientras caminaba hacíael coche Silvia se percató de que no había nada vivo a sualrededor, por no haber ni siquiera había visto una hormiga, y quedecir de los árboles muertos y secos por el paso del tiempo o lacaída de un rayo. Silvia siguió caminando si detenerse con el únicopropósito de llegar a su coche cuanto antes y conducir al pueblo máscercano para tratar con seres humanos de una vez por todas. Cuandodiviso a lo lejos su pequeño coche azul cielo sintió un gran alivioen su interior y aminoro el paso para llegar cuanto antes. Estaba apunto de entrar dentro cuando recordó al intruso que había entradoen su casa sin permiso.


-Vivo a pocos metros dedonde tienes aparcado el coche – le había dicho, pero allí nohabía ninguna casa, solo un viejo solar abandonado con restos de unavieja construcción roída por el paso del tiempo.

-Pero ¿dónde demoniosestá la casa de ese tipo? - gritó Silvia enfadada entrando en sucoche para salir de allí cuanto antes.











































La casa de la nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora