CAPÍTULO XXV

8 1 0
                                    

—No he sabido nada de él, no sé de qué me hablas—mi voz suena firme, si nota mi temor sabrá que le estoy mintiendo.

—No soy idiota Eliana, se iba a encontrar contigo, me lo dijo—cierra la puerta de la habitación —Días después se lo encontró muerto en un motel abandonado, ¿Me estás diciendo que fue una coincidencia?, ¿Qué jamás lo viste?.

Mis ojos se humedecen—Lo siento por tu perdida Belanger, pero yo no le hice nada a Steven, sabes perfectamente que ni siquiera tenía poder sobre él, yo era indefensa cuando estaba a su lado. Es estúpido que creas que lo maté.

Resopla con frustración—Fuiste una maldita piedra para la familia, arruinaste a mi hermano, y ahora te arruinaré a tí Eliana, te perdoné muchas cosas, incluso la vida, pero si mi hermano no está, es justo que tu tampoco.

—Belanger, te lo juro, no tengo que ver con la muerte de tu hermano, no sé que le ocurrió, pero te lo repito,no tengo nada que ver —las mentiras han sido ni arma confiable a lo largo de la vida.

—Deja de mentirme Elina, la autopsia reveló la causa de su muerte, tú lo empujaste, de eso no tengo duda—siento desvanecerme cuando saca un arma de chaqueta—Steven estaba bajo mi cuidado, si le pasaba algo yo sería el único responsable, ahora estoy con la carga su muerte, y me imagino que tú con la culpa de ella.

—Baja el arma, por favor—le suplico—es tu hermano lo entiendo Belanger, pero no lo maté, entiendolo de una puta vez!!—me alteró al ver como se acerca a mí, sigue apuntandome sin temblar.

—Debí hacer esto hace mucho, debí matarte desde el momento en que lo denunciaste—sigue avanzando a pasos lentos.

Desvío mi atención del arma y veo la puerta del baño abrirse lentamente, el rostro de Dickens se asoma, me hace una señal para que guarde silencio.
Con solo mirarlo entiendo rápidamente su plan, tengo que distraer a Belanger para que el tenga tiempo de acorrarlo.

—Tienes razón Belanger, yo empujé a Steven—su expresión demuestra lo psicópata que está, es tan parecido a su hermano en ese aspecto—Pero nunca fue mi intención hacerlo, forcejeamos y ocurrió sin que pudiera hacer algo al respecto, lo detestaba por lo que me había hecho, pero siempre lo defendí, aquella noche donde casi me mata a golpes lo ayudé a huir de la policía, no quería que vaya preso, retiré la denuncia por la misma razón, a pesar de todo siempre estuve agradecida con ambos por la ayuda que me brindaron, porque lo acepto, sin ustedes no hubiera llegado a nada.

—Eres una maldita perra Eliana, lo mataste, y tus estúpidos arrepentimientos no lo devolverán.

—Hablemos de esto, por favor, te vas a arrepentir..

—¡¡Cállate!! De lo único que me arrepiento es de no haberlo hecho antes—parece meditar su siguiente paso—Aunque se me acaba de ocurrir una gran idea, tengo que hacerte sufrir un poco más—Definitivamente está desquiciado.

Vuelvo mi mirada disimulada al baño. Supongo que al ser policía Dickens sabe actuar ante estas situaciones, por eso no se alteró, está esperando el momento adecuado para atacar, lo único que anhelo es que sea pronto.
Ya no lo veo, la puerta del baño está nuevamente cerrada.

—Eres muy hermosa Eliana, y lo sabes, justamente por eso llegaste a mi bar hace algunos años, sabías a lo que ibas, querías que alguien te sacara de la pobreza, que alguien evite que te regresen a tu país a ser una don nadie, y te ayudé, apesar de que te quería para mí, te ofrecí a mi hermano—sus palabras me dejan estática—Me gustate, quería hacerte mía, sin embargo, por honor a la familia no lo hice, me contuve y no te follé como varias noches me lo imaginé.

Sus palabras lo único que me están provocando es asco—Aléjate—le exijo al ver sus intenciones.

—Por favor Eliana, mira donde vives, un cartucho, ¿Crees que el dinero que te di te durará mucho?. Podría ser amable y darte más, incluso podría perdonarte nuevamente la vida, claramente hay una condición—se detiene a examinarme —Quiero que seas mía.

—Definitivamente estás idiota si crees que aceptaría algo como eso, prefiero que me mates antes de acostarme contigo—joder quiero vomitar, su cercanía me está dando repugnancia—Ni siquiera le tienes respeto a la memoria de Steven, fui su esposa, y aún así pusiste tus ojos en mí.

—No vuelvas a mencionar a mi hermano, tú eres su asesina!!. Puedes tener todo conmigo, ¡maldita sea soy tu mejor opción Eliana!. Oculté por mucho lo prendido que me tienes, pero ahora que Steven no está podría tenerte.

—Jamás me tendrás—mi tono seguro hace que su cabreo aumente.

Ríe por lo bajo—Al ver tu actitud, me hace creer que Steven tenía razón, tienes a otro hombre ¿verdad?. Qué estúpida eres si te enamoraste.

—Si, me enamoré, y sí, el amor que siento por ese hombre es estúpido, porque haría cualquier cosa por él, porque no tengo ojos para nadie más y jamás los tendré, porque es él único que siempre me podrá tener. Así que pierdes tu tiempo si piensas que aceptaré estar contigo.

La tensión en su cuerpo se hace notoria, sin percatarme de sus acciones, me dispara.

—¿Dónde está ese hombre ahora?—se burla— Mírate, siempre has estado a mis pies, siempre he podido tenerte donde quiero, porque antes de Steven siempre he estado yo ¿Dónde está el hombre que tanto presumes amar?

—Justo detrás de ti—pronuncio con dificultad.
El disparo en mi pierna me dejó tendida en el suelo, pero no derrotada, jamás volveré a estar derrotada ante un Belanger.

—Pero... ¿Qué carajos?—murmura Belanger.

Frente a nosotros hay una manada de policías, ¿de donde salieron?, no lo sé, ¿cómo entraron?, probablemente Dickens, ¿Todos están apuntado a Belanger?, sí , claro que sí, ¿Mi hombre es el que está al frente de todos?, también.

—Baja el arma—ordena Dickens sin quitar su atención de mí.

Belanger intenta hacer algo más, pero son tantos los policías que no tendría opción de nada, la habitación es pequeña, no alcanzaria a dar ni un paso antes de tener unas cuantas pistolas en su dirección.

Rendido, tira la pistola hacia uno de los oficiales, que la toma inmediatamente.
Dickens se le acerca y lo esposa—No voy a decir ni una palabra, yo mismo me encargaré de refundirte en la cárcel por haber deseado tocar a mi mujer, pagarás por cada una de las cosas que vivió.

Se lo tira a un oficial que reconozco bien, Gean, su mejor amigo, él se encarga de sacarlo junto a los demás oficiales que lo siguen custodiando su caminar.

Dickens se acerca, la sangre que cubre toda mi pierna lo alarma.

—Te veías muy sexi ejerciendo tu deber eh—murmuro perdiendo la fuerza.

La sangre que estoy perdiendo no es normal y considerando mi poco saludable estilo de vida, la visión se me nubla llevándome a la inconsciencia.

Entre la aflicción y el amor ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora