CAPÍTULO XXIII

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—Ni se te ocurra dirigirme la palabra—le advierto.

—Todo se malinterpretó, te lo...

—No te quiero escuchar Dickens—lo interrumpo—lo único que me faltaba era tener que venir a la comisaría donde trabajas y pagar una fianza para que no te quedes encerrado por ser un maldito impulsivo.

—Joder Eliana! Las cosas no son así. Yo jamás conduciría borracho, te recuerdo que soy policía y tengo algo de sentido común.

—Dirás ex policía, te revocaron tu placa como sanción, y bien merecido te lo tienes.

Claro que lo dejé un tiempo ahí dentro, tenía que aprender, así que me tomé mi tiempo para ir al departamento, ducharme, cambiarme y comer algo.
Luego de algunas horas decidí venir por él.

Y ahora estamos saliendo de la comisaría, ambos furiosos.

—Basta, deja de evadirme, hablemos—detiene mi caminar impidiéndome el paso.

—No quiero hablar contigo Dickens, iré al hospital, por si lo olvidaste Amira esta ahí y necesita que alguien la apoye, y si no quieres ser tú, está perfecto, pero yo no la dejaré sola, así que déjame pasar.—
Intenta acariciarme, lo evado con rapidez—No—le digo en tono autoritorio.

—Yo no condujé borracho, es cierto, estaba tomado, había ido a un bar, pero estaba a punto de llamarte para que me recogieras, la policía llegó, me vieron dentro del carro y pensaron, pero jamás haría eso, lo sabes perfectamente, lo demostraré ante la ley, pero principalmente quiero demostrártelo a ti, no quiero que pienses que soy un irresponsable.

—Es que lo eres Dickens, yo no puedo seguir contigo si cada vez que tengamos un problema te irás a un bar a tomar, no es justo para mi, no después de todo lo que pasé con Steven y su estúpida obsesión con el trago.

—Lo lamento, enserio lo lamento—parece percatarse de mi punto, no estaría con alguien que utiliza el alcohol como forma de escape, jamás.

—Tus lamentos ya no importan, prometiste no volver a tomar mientras yo esté a tu lado y lo hiciste.

—Tenía que hacerlo Eliana!! Maldita sea, mi hijo acaba de morir, ¿¡cómo quieres que lo soporte?! Tenía que olvidarme de ese maldito dolor, entiendeme.

—No te voy a entender cuando tus acciones están siendo estúpidas!! No uses eso como justificación, la única verdad es que no sabes afrontar los malditos problemas!!. Amira fue la que tuvo que pasar un proceso de aborto, y lo hizo sola, en su dormitorio, ¿Acaso crees que ella está como para irse a un bar? No Dickens, ella está poniéndole el pecho al dolor, lo está manejando, deberías aprender un poco.

—Eliana...por favor, quiero abrazarte.

—A la mierda tus abrazos Dickens—me alejo de él—Y no aparezcas en el hospital con esa pinta, asustaras a Amira, anda al departamento y duchate, descansa y luego pasas a verla, es justo que lo hagas, ella está esperando a que llegues a apoyarla.

—No me voy a ir así contigo , arreglemos las cosas, puedes insultarme, lo merezco, pero no te vayas enojada conmigo, no me gusta la idea de malograrte el día.

—Ya lo hiciste. Me largo—llamo a un taxi.

—Amor... —súplica.

—No me llames así, cuando mejores esa actitud de mierda que sueles tener cada vez que se te presente un percance, hablamos—me monto al vehículo sin dejarlo continuar la charla.

Me duele pelear con él, pero tengo que hacerle entender que no está bien, y si tengo que hablarle fuerte lo haré, pero no dejaré que siga esa estúpida obsesión del alcohol, a largo plazo se vuelve una adición, y es justo lo que estoy tratando de evitar.

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