Poción del "𝓕𝓮𝓵𝓲𝓬𝓮𝓼 𝓹𝓸𝓻 𝓢𝓲𝓮𝓶𝓹𝓻𝓮" | DamiDick

𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 Ｔｒｅｓ

Ulteriormente de ese inesperado encuentro, ambos caballeros continuaron hablándose y encontrándose en diferentes establecimientos. Una que otras veces se mandaban cartas, las cuales llevaban mensajes que los hacía reír como nunca.

Damián descubrió su gran habilidad con la poesía y luego de enviarla a su amado escribía una similar para su prometido, el cual se ponía colorido por cada palabra, éste trató de hacerle uno y terminó con un sermón de parte del moren, igualmente su amado no se había salvado, podía ser bueno dando tarjetas de aliento, pero para la poesía apestaba, usaba demasiadas hipérboles, siendo entrenado luego por el mismo creador.

Igualmente, el pequeño príncipe no se quedaba atrás, luego de cansar a su prometido, mandarlo por algo complicado de hacer o entrenarlo, con ayuda de la mano derecha del pequeño, aprovechaba para hablar y sacarle información de los gustos del mayor.
Esto justificadamente lo usaba con su contra parte para darle regalos sorpresas que siempre hacían brillar sus ojos y agrandar su sonrisa cada vez que lo veía.

——¿Cómo sabes tanto de mí sin siquiera preguntar? ——cuestiona colorido por el obsequio que el hombre le había dado.

——Un petirrojo me lo dijo ——confiesa sonriéndole.

La sonrisa de Dick se puso grande, le dio un beso en la mejilla y tomó aquel dije, dando unos pasos hacia atrás, admirando el sonrojo el las mejillas de el de ojos esmeraldas.

——Muchas gracias entonces, pero, aun así, espero algún día poder decirte lo que me gusta sin que tú lo sepas ——se retira.

Grayson continuó caminando, tarareando una bella melodía que a todos con los que tropezaba quedaban deleitados por esa voz, y si no fuera por el rey así lo desea, pedirían a gritos que él fuese el nuevo rey junto al pequeño príncipe.

Un estruendo dio contra los tímpanos de el de piel de porcelana, y al percatarse del lugar causante de ese sonido, no evitó reí a lo bajo y guiarse ahí adentro.
Dio un toque y advirtió su intromisión. Al entrar se percató del príncipe guardando algo en el cofre que su pretendiente le había dejado. Sin curiosidad y nada más que una gran sonrisa, se sentó el sillón tomando una lobelia y gustando de su olor.

——Oh, príncipe, ¿usted alguna vez se ha sido víctima de los suspiros de las flechas de Cupido? ——soltó de la nada y el menor se le cayó una de sus joyas — Parece que sí, jejeje. ¿Es de mi amo Jon?

Damián tragó saliva nervioso.
No podía delatarse tras semanas de arduo trabajo.

Asintió con la cabeza y el mayor soltó un suspiro de enamorado.

——Antes creía que el amor jamás tocaría mi puerta posterior de ese incidente, pero parece... que al fin podré volver a amar... ——iba a proseguir cuando se percata que el príncipe no asomaba siquiera su mirada y continuaba parado dándole la espada — ¿Usted conoce a Sir Al Ghul?

Ahora, sí estaba nervioso, dio media vuelta con la mirada más falsa en su corta vida negando de manera muy torpe.

——Jajaja, no puedes mentirme, Sir Wayne, ¿usted es aquel petirrojo que le anda apoyando, ¿no es verdad?

Estaba arruinado... porque para su mala suerte él tenía razón, además de ser victima por las flechas de cupido, no lograba mantener su semblante serio con aquel angelical hombre que la misma Afrodita envidiaría.

——Estúpido y sensual Grayson ——pensó cerrando fuertemente sus puños.