Act 7/SenHaku

102 8 0
                                    


Act 7: Sobrepensar

Luna tiene una bonita sonrisa.

Su cabello siempre huele bien y está excepcionalmente cuidado, se ve que es fácil de manejar, que su tacto es más que agradable. Tiene un gran sentido de la moda, puede lucir hasta un saco de papas y estoy segura que le va a quedar bien de todas maneras, es amable, aunque sea un poco torpe socialmente hablando. Puede parecer pretenciosa, más siendo hija de alguien tan adinerado y poderoso, pero no lo es, no del todo. Más de una vez me ha regalado bolsas con ropa muy bonita cuando salimos de compras y no me alcanza el dinero, nunca me lo ha cobrado y siempre me anima a usar esas prendas cuando salimos juntas.

También, tiene una risa armoniosa. Puedes hablar con ella de casi cualquier cosa, sentirte cómodo y cálido por qué no estás siendo juzgado de ninguna forma. Es inteligente a su forma, estudia enfermería así que siempre tiene un dato curioso sobre el cuerpo humano. Luna es, dentro de un todo, una buena persona y alguien de quién fácilmente puedes enamorarte sin siquiera darte cuenta. ¿Por eso siempre está a tu alrededor? ¿Te gusta verla cerca de ti? ¿Es tan divertida la conversación que tienes, que por eso siempre sonríes cuando estás con ella?

Sonríes más con ella que conmigo...

Pero, no, ¡No!

Estoy viendo espejismos, no eres ese tipo de persona ¿Cierto? Claro que no lo eres, además, también sonríes mucho cuando estás con él. Gen, es un gran amigo también, uña y carne, sueles decir. Me preguntó cómo pueden congeniar, Gen estudiando psicología, una ciencia que tú a veces consideras absurda y poco lógica, aún así ese chico logró llegar poco a poco a tu vida, volverse parte de está sin aviso. Puedo jurar que pueden leerse la mente mutuamente, uno siempre sabe lo que piensa o va a decir el otro ante cualquier situación.

La forma en como tus ojos buscan a Gen cuando estás en medio de una situación incómoda, queriendo de forma inconsciente que él te salve de eso y con la sorprendente casualidad que Gen llega justo a tiempo, con un chiste, un comentario inteligente, algo para distraer al público mientras tú puedes huir. No conozco a otra persona que pueda hacer magia con las palabras, hacer que la más amarga tragedia pueda sonar bien, ligera. Una serpiente que te envuelve con mentiras y engaños, con una sonrisa maliciosa, unos ojos bonitos pero que pueden esconder infinidad de secretos.

Y aún así confías plenamente en él, caerías de espalda en el abismo confiando que todo estará bien ya que Gen te dijo que sería así. Y probablemente si, todo estaría bien.

Prefieres su compañía a la mía...

¡Ya basta! ¡No! ¡Él no es así! ¡No hace cosas por lastima! Necesito dejar de pensar. Gen también es mi amigo, nunca haría algo para lastimarme.

...Pero, si tengo que desconfiar de alguien, tal vez sería de él.

Es que, son amigos de infancia, si, su relación siempre será cercana. Pero... ¿Cómo no sentirme tan insegura cuando él te ve así? ¿Cuando tú lo miras así? Pareciera que el tiempo se detiene cuando charlan, inversos en sí mismos, ambos tienen tantos temas en común que todo fluye de una forma tan maravillosa. Tsukasa... sabe hacerte reír a carcajadas. Sabe cómo hacer que digas palabras suaves y que no haya insultos de por medio o algún sarcasmo, cuando estás con él, veo la versión más pura de ti. Saca todo lo bueno que puedes tener dentro y él lo sabe, lo sabe...

Por eso siempre se ve tan feliz cuando habla contigo, él ve en ti algo que nadie más, ni siquiera yo, tiene el privilegio de ver. ¡Lo peor es que ni siquiera puedo llegar a odiarlo! Por qué Tsukasa es bueno, me lo presentaste y fue tan amable, no es como Gen que intentará mentirte, no hay nada malicioso en ese hombre honesto. Él no tiene la culpa de ser tan cercano a tu corazón, pero no puedo evitar sentirme así.

Nunca llegaré a ser tan cercana a ti...

Hay tantas personas a tu alrededor que tienen una brillante luz, que te atraen y fluyes con ellas tan libremente. Conmigo todo se siente torpe, fuera de lugar, comparada con ellos, la intrusa no es otra persona que yo. Y aún así intento, intento encontrar la sintonía perfecta para poder moverme y encajar contigo. No ser más la intrusa en el ambiente, ser alguien con quien puedas estar cómoda. Pero te veo... te veo y veo a aquellos que están reflejados en tus ojos. Y me siento insignificante, tan nula que puedo pasar desapercibida ante ti, me encuentro a mi misma persiguiendo tu sombra más no soy capaz de alcanzarte, de tomar tu mano como yo quisiera.

Esto es malo. Quiero llorar. Quiero correr y no volverte a ver. ¿Por qué me dejaste entrar en tu vida si nunca podré llegar a ti? ¡No lo entiendo! ¡No entiendo nada!

—Leona...

Se siente tan frío...

—¿¡Leona!?

Cómo reaccionar de un sueño profundo, ella alza su vista para encontrarse parada lejos del grupo dónde antes caminaba en conjunto. Veía fijamente a quien le llamaba, un par de ojos bermellón que le observaban con curiosidad. Ella paseo rápido su mirada por los otros miembros del grupo, Luna estaba preocupada, Gen tenía una ceja arqueada, Tsukasa parecía querer hablar pero se contenía a decir algo, leyendo tal vez la mueca que tenía su rostro ¿Tan obvia era? Nuevamente, quien ocupaba el centro de todo vuelve a llamarle al ver que ella solo se quedaba ahí, viendo, más no diciendo nada.

—¿Kohaku? ¿Qué te ocurre?

—...

Ella sonríe. Sonríe muy leve y da un paso hacia atrás.

No pertenezco a tu sintonía.

—...Adiós, Senku.

No pudo seguir confrontando esa mirada, le dió la espalda y salió corriendo. Sus mejillas se empapan de las lágrimas que empezó a derramar, no escuchaba nada más que ruido blanco y las voces de su mente que despertaban sus inseguridades más profundas. Estar en buen estado físico le permitió llegar a la estación de metro que quedaba a casi medio kilómetro de donde originalmente se encontraba. Encontró el baño y se encerró en uno de los cubículos, con las rodillas contra su pecho empezó a llorar a lágrima viva. Pedazo a pedazo cae su corazón, ahogado por tantos sentimientos negativos que ni ella podía empezar a entender.

Esto es lo correcto.

Se dijo a sí misma, en medio de ese caos emocional. Debía convencerse de eso, que aquello fue lo mejor aunque ahora doliera tanto. Bien dicen que el peor enemigo del ser, es lo que habita en nuestra propia cabeza. Las voces que nos hacen sumergirnos cada vez más en pensamientos que nos dañan, que hacen que la realidad se vea y se sienta distinta. Al final, eso te llevará a acabar cómo un manojo de nervios que llora sola y sin consuelo en algún baño de alguna estación solitario del metro.

Angstruary 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora