Act 12 /StanXeno/

131 10 4
                                    

Act 12: alucinaciones.

En invierno las noches eran más oscuras, no ayudaba a qué siempre salía del trabajo luego de las nueve de la noche. Pero ser profesor de tiro en una escuela militar conllevaba a consumir mucha de su energía y su tiempo. Cómo cereza sobre el pastel, estaba cayendo una nevada, no muy fuerte, pero sí lo suficientemente constante para que tuviera sus limpiaparabrisas activados, evitando de esta forma que la nieve se acumule en el vidrio y le haga aún más complicado ver el camino. Otra desventaja de su trabajo es que le quedaba lejos de su casa, ida y vuelta eran casi cuarenta minutos donde debía tener su trasero pegado al asiento y estar pendiente de la ruta, sin importar si estaba cansado o con una mala mañana.

Llevó su cigarro encendido a sus labios y dio una calada profunda, soltó poco a poco algo de humo. Tenía la ventana levemente abierta, el humo se escapaba por ahí y así no acababa ahogado dentro de su propia camioneta. Su esposo odiaba que fumara dentro del auto, pero por ahora su amante e hija estaban fuera de la ciudad, su querida suegra pidió ver a su nieta y él tuvo que quedarse, por qué no soportaba a esa vieja cacatúa que nunca lo aprobó como pareja de su hijo. Él tampoco deseaba ver su arrugada y amargada cara, así que prefirió esperar a su marido en casa en lo que volvía de su pequeño viaje a Londres. La radio estaba encendida, puesta en una estación que todavía música country, balanceaba su cabeza de forma inconsciente al ritmo de la canción y apenas tarareaba algunas letras, en un intento burdo de seguir el coro.

So I handed him my bottle
And he drank down my last swallow

Con la voz ronca por el cigarro, cantando aquella canción mientras su pulgar seguía el bit de la batería, a pesar de todo era un día de rutina para él. En plena canción, hay una interferencia, esto hizo que arqueara una ceja y que mirara de reojo la radio. Al parecer un aviso de emergencia había cortado la transmisión de un momento a otro. Gruño con descontento, esa era una de sus canciones favoritas.

Esto es un aviso del departamento de fenómenos temporales de Estados Unidos, se le recuerda que si ve alguien que se aparezca a usted físicamente, huya y póngase a salvo. Si ve a alguien que se parezca a usted con alguna característica física imposible, huya y póngase a salvo. Es altamente recomendable que no hable ni intente interactuar con los intrusos-

Bullshit—, murmuró con desgana apagando la radio, no estaba de humor para escuchar anuncios del gobierno. Finalmente las luces de su auto iluminan el frente de su casa. Una construcción de dos pisos, con una fachada gris cubierta de nieve que se acumulaba en los desagües de la casa. Pero también notó algo, una silueta oscura que pasó muy rápido, por un lado de la puerta de garaje, dirigiéndose al patio, esto alertó sus sentidos. Antes de apagar el auto, sacó de la guantera dos cosas: una linterna y su glock de nueve milímetros, la cual colocó en la parte de atrás de su pantalón. Stanley Snyder estaba preparado para defender su propiedad, nadie tenía duda de ello. Salió del auto, sus botas de suela metálica se hunden sin problemas en el los más de treinta centímetros de nieve que cubrían todo lo ancho y largo de su entrada, con la linterna encendida se dirigió al patio. Solo podía percibir el sonido de sus propias pisadas en la nieve y el golpeteo reiterado de la nieve sobre las paredes de la casa y los vidrios de la misma. Lo que le hizo caer en cuenta, que quien sea que estuviera en su patio se había quedado quieto o escondido, debido al grosor de la nieve sería imposible no escuchar sus pasos.

Costó respirar por alguna razón, todo era tan denso, tan pesado y asfixiante. No tenía sentido, sólo era otra noche de invierno más.

—Te ví, tienes cinco minutos para correr o voy abrir fuego—alzó la voz siendo autoritario, como buen militar. No estaba bromeando, él sabía que la ley le ampara si llegaba a disparar a alguien que estuviera en los territorios de su casa, sería legítima defensa. No escucho respuesta, llevo su mano a la empuñadura de su arma, aún metida dentro de su pantalón, apretó, listo para sacarla de un tirón—, te lo advertí muchacho.

Angstruary 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora