Prólogo

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Hoy es 12 de junio y eso significa que ya pasaron dos años. Dos años desde que la persona más importante para mi se fue de este mundo y no dejó más que cenizas y recuerdos borrosos; como así poesías inconclusas y llenas de metáforas representadas en pinturas.

   Hoy es 12 de junio y necesito todo el apoyo y compañía posible, así como necesito la soledad que me caracteriza y mi sombra la cual me acompaña a donde vaya.

   Estoy en su cuarto, viendo y tocando todas sus cosas o al menos las que aún quedan de ella porque ya es tema pasado para mi familia. No hay nombres, no hay llantos, no hay recuerdos y todo pierde su encanto.

   Me acerco a la cómoda de madera pulida color caoba y tomó entre mis manos un cofrecito grabado con su nombre en bellas letras "𝓒𝓪𝓽𝓪𝓵𝓲𝓷𝓪". Lo abro con la esperanza de que algo nuevo aparezca en su interior pero solo hay un anillo de cristal rosado y un papel doblado, el mismo que dejé hace un año en el primer aniversario de su fallecimiento.

   Me sobresalto al escuchar el golpear de la puerta. Una voz demasiado familiar murmura mi nombre. Él está aquí, se acordó.

   Dejo la caja en su lugar con un nuevo papel dentro -una carta que le escribí a mamá- y salgo con paso apresurado. Al abrir la puerta su cara de preocupación me parte el alma, preocupación por mi pero yo solo necesito sentirme en sus brazos para estar bien así que lo estrecho con mis brazos y él me rodea con los suyos.

   Las lágrimas empiezan a caer descontroladas de mis ojos y el pe aprieta contra su pecho; es lo único que podría hacerme sentir mejor.

—¿Estas bien?— susurra en mi oído.

—Ahora lo estoy.

—¿Estas lista?

—Uh-huh.

Olas de Malibú 🌊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora