Capitulo 1: Un cielo oscuro

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La historia del sol y la luna
Sentimientos profundos de un amor verdadero

En el principio todo era la nada. La nada era oscuridad y la oscuridad un vacío sin fin
Los dioses crearon cada detalle del mundo, cada grande y pequeña cosa hermosa y útil. Brillante y opaca
Todo lo perfecto; los seres humanos y animales

Pero como toda "perfección" tiene un detalle imperfecto, los dueños y majestuosos de todo, no crearon la luz, aquella luz que te dejaba diferenciar lo bueno y lo malo, el día y la noche

Tampoco se creó el amor, ya que fue considerado un sentimiento innecesario y un tanto tonto, porque vieron los deseos egoístas de la mayoría de personas.

Aquellos que solo lograban desear lo material antes que el alma de cualquier otro
Por estas y muchas más razones, todo esto fue inmerecido para los humanos

Un cielo negro era el acompañante de cada día, un acompañante lleno de soledad, lleno de tanto vacío, sin un pequeño rayo de esperanza

Los únicos capaces de poder querer en cierta manera a personas, eran los padres, ya que su sangre era la que crecía con el tiempo y la volvía eternidad

<<Los amores verdaderos ¿están realmente destinados?>>

Pensó un azabache mientras acomodaba sus lentes y seguía apreciando un cielo negro mientras que sus pensamientos se inundaban de preguntas aún sin resolver

Con un ligero suspiro miró el reloj que se encontraba en su mano derecha –Mamá debe estar preocupada, tengo que irme –Dijo mientras sacudía todo la hierba en su pantalón

Jacobo, un chico alto, de cabello azabache y ojos grises, de piel clara y cuerpo frágil; vivía en una de los pueblos más iluminados de todo el mundo. Lleno de grandes faros y fogatas en cada paso

Ya en este punto, absolutamente todos los seres humanos no necesitaban la luz, y poco a poco aprendieron formas de vida que facilitaban su visión y sus días y noches sin diferencia

Pero a pesar de todo esto, el mundo no era el mejor lugar para vivir
El odio, los rencores, el pasado, y muchas cosas ataban a cada una de las personas, incluyendo al azabache
Aunque él aún no había vivido tanto tiempo, habían cosas en su vida que lo limitaban a encontrar algo de felicidad, algo de paz

–¡Jacobo! ¡¿Qué te dije de estar afuera a estar horas?! ¡Tienes 16 años, no eres un adulto! –gritó su madre desde lejos, mientras salía con la cara roja del enfado

El retrocedió un tanto asustado, mostrando sus manos en signo de suplica –¡No era mi intención mamá! Apenas vi la hora corrí hacia aquí –dijo mientras caminaba pasos atrás

Su mamá se acercó peligrosamente hacia él, se detuvo y lo miró sin parar de examinarlo

–¿Otra vez fuiste al monte del cielo?

Preguntó la mujer de aspecto elegante y llena de autoridad

–Emmm... yo, yo solo fui a ver un poco el cielo

Mentira

Su madre ya sabia que los pensamientos de su hijo eran algo en contra de lo que los dioses habían mandado, además de que ese monte contenía una historia que a él le interesaba

–¿Ver el cielo? ¿Qué tiene de especial este cielo? Solo es una mancha negra más en nuestra tonta existencia

Las palabras de aquella mujer dejaron aún más pensativo al chico

Solamente se quedó mirando fijamente a su madre y pasado los segundos le habló un poco enfadado

–Esa es la tonta existencia que tu elegiste mamá. ¡Miranos! Ni siquiera sabemos que se sentirá sentir algo profundo –tragó un poco antes de continuar –Yo no quiero ser infeliz el resto de mi vida, tal como tu lo eres con mi padre y con nosotros

Un golpe resonó aquel gran silencio

El viento sopló ligeramente mientras que la mano de la mujer caía lentamente a su lugar de inicio

Jacobo solo volteó y vio a su madre llena de rabia y con lágrimas brotando de sus mejillas

–¡¿Acaso crees que fue elección?! –gritó ella –¡Solo fue por dinero y todo el mundo lo sabe!

Un silencio aún más largo se hizo presente

–Es mejor que te olvides de tus estúpidos sueños hijo, aquí nunca nadie se ha sentido algo más  –volteó lentamente para dirigirse de nuevo a la entrada de su casa

–Pero Ar... –fue interrumpido por la mirada peligrosa de su progenitora

–No se habla de el, y lo sabes bien. El mundo entero tiene prohibido su nombre, olvídalo, o los dioses no te perdonarán

Aclaró la mujer y entró por la puerta principal para dirigirse a su habitación, mientras que su hijo quedó solo nuevamente

<<¿Me uniré pronto a esta infeliz vida?>>

Mientras que todo esto pasaba a un extremo del pueblo, el otro extremo de este, se encontraba recibiendo a una nueva familia que venía desde lejos para encontrar felicidad en un pueblo pequeño, y lograr huir de las grandes ciudades

El tren acababa de llegar y dos figuras femeninas salieron de el

Una de ellas era una señora alta y de cabello dorado un poco opaco, con piel mestiza y ojos de color café claro, la cual llevaba un vestido de los 80, ya muy pocos vistos ahora

A su derecha, una fina y delicada chica bajó, era de porte mediano, cabello rubio intenso, ojos verdes esmeraldas y una piel canela que combinaba muy bien con el vestido amarillo que llevaba puesto

–¿Segura que no nos echaran de aquí? –preguntó la ojiverde mientras cogía una de las maletas

–No querida, aquí nadie se enterará de las cosas de la ciudad. Confía en tu madre, seremos por así decirlo felices

Las dos tomaron el poco equipaje que traían y en pasó lento fueron hacia la estación de camiones del pueblo

Un tanto cansadas, sentadas encima de sus maletas, mientras esperaban el bus que las llevaría a su destino, la chica miró la gran mancha negra que cubría todo aquel "cielo"

–Mamá, el... –se aclaro la garganta antes de bajar la mirada –El... era de aquí ¿verdad?

–No lo pronuncies, ni lo pienses Aredne –la mujer miró con severidad a su hija

–Lo siento mamá...

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