Capitulo 3: Curiosidad

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La vida empieza sin previo aviso
¿Pero como seguirá?
No siempre se gana ni tampoco siempre se pierde
¿Se puede remediar los errores?
Depende de la persona... quizás

–¡ELLA DEBERÍA SER YO! –gritó hacia el cielo

El viento se meció alrededor de las pequeñas plantas que se encontraban cerca

El ambiente se tornaba frío

La lluvia estaba a punto de llegar y con ello la tristeza se hacía presente

–Eso... eso no lo dije yo –trató de justificarse la ojiverde

Su cuerpo temblaba y sus ojos no paraban de derramar pequeñas gotas saladas por sus mejillas

–¿Qué se supone que es esto? Ni siquiera conozco a ese tipo –tomó su cabeza en signo de confusión mientras volteaba su mirada hacia la pareja delante suyo. –Bueno, al parecer no me escucharon, así que debería irme ya –se apresuró a decir

Intentó moverse nuevamente, pero ya no le fue posible, su cuerpo no la obedecía, y su cara no se despegaba de aquella escena

El tiempo paso y el dolor mezclado con la desesperación se hicieron presentes con intensidad, logrando asi que cada segundo se vuelva un infierno

–Aredne...

Una voz un tanto asustada se escuchó a lo lejos

–¿Mamá?

–Aredne, levántate. Aredne ¡Ahora! –enfureció la madre

Los ojos de la chica se abrieron con pesadez, mientras que su cuerpo volvió a reaccionar a sus pensamientos.

Todo fue un sueño

Levantó su mirada y al aclarar su vista vió a su madre la cual la venía seriamente con aquellos ojos cafés –hermosos ante cualquiera –los cuales eran amenazantes en gran manera

–¿Qué te pasó Aredne? –posó sus manos en las caderas

–Yo... yo no lo sé, de pronto yo estaba... –fue interrumpida por la voz de su madre

–¿Te quedaste de nuevo hasta tarde en el teléfono? –soltó sin previo aviso

–No, lo prometo. Dormí justo cuando llegué aquí

La mirada de su madre no cambiaba de expresión

–No me crees ¿cierto? –se levantó de su cama y dejó caer las sábanas que la cubrían, dejando ver la ropa que llevaba el día anterior. –Mira, ayer apenas llegué aquí caí rendida y no me dio tiempo siquiera de cambiarme ¿lo ves? –alzó sus manos en signo de inocencia

Su madre la miró con seriedad mientras recogía lo que su hija tiró al suelo

–Más te vale dormir bien Aredne, ya te lo dije. Este día te salvaste –señaló con firmeza su dedo hacia la chica

–Lo sé, lo sé señora –puso sus ojos en blanco y fue directo hacia el baño y cerró con fuerza

–¡Recuerda que tienes que estudiar! Tus libros están abajo. Tienes horario de 9:00 am a 15:00 pm. Igual sabes que tienes... –fue interrumpida

–¡Lo sé igual mamá! –se abrió la puerta del baño. –Tengo que estudiar mucho para ser perfecta y conseguir un esposo que honre a nuestra familia. No importa que tenga la edad que tengo, osea 16 años, yo puedo casarme para sacar adelante el apellido de nosotras y a ti –suspiró y se apoyo en el marco de la puerta. –¿Algo más mamá?

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